jueves, 2 de abril de 2015

Charles Aznavour / Soy política y poéticamente incorrecto

Charles Aznavour 

“Soy política y poéticamente incorrecto”

A sus 90 años, el cantante universal —francés de origen armenio— sigue en plena actividad. Un nuevo disco de estudio (‘Encores’) y una nueva gira (que incluirá en mayo Madrid y San Sebastián) así lo atestiguan



El cantante y compositor Charles Aznavour, ayer, en Madrid. / SAMUEL SANCHEZ
A bordo de una camisa de floripondios multicolores y de unas zapatillas desgastadas, el cantante de los 100 millones de discos vendidos exhibe un rictus y una verborrea improbables para alguien de 90 años. La bohèmeIl faut savoirQue c’est triste Venise… puro motor de besos y lágrimas, de alegrías y penas, Charles Aznavour(París, 1924) sigue contradiciendo el orden natural de las cosas. Y en la brecha.
Pregunta. Señor Aznavour… ¿se le puede tocar?
Respuesta. ¿Cómo dice usted? ¿Por qué?
P. Tocarle, con los dedos, para ver si es real.
R. Soy real, soy real [mira el dedo del periodista tocando su rodilla].
P. ¿Cómo se ve el mundo desde ahí, desde el escenario, casi 80 años después?
R. Ochenta y tres. No se ve nada. No se ve al público. O sea, el público es una persona. Yo no canto para 100 o 1.000 personas, canto para una. Así, cada espectador piensa que canto sólo para él. Esa es la verdad absoluta. Esa, y que sigo buscando temas.
P. Sin embargo, en Je m’voyais déjà (Ya me veía) usted canta: “No fue culpa mía, fue la culpa del público, que no entendió nada”.
R. Sí. Esa fue la primera canción con la que tuve un gran éxito. Hace ya… más de 60 años, y está todavía muy viva.
P. La historia de un cantante que cree que ya ha llegado a lo más alto y…

Vida y discos

Charles Aznavour, de nombre real Shahnour Varinag Aznavourian, nació en París el 22 de mayo de 1924, de padres armenios.
Se calcula que ha vendido más de 100 millones de discos en 70 años de carrera.
Su nuevo trabajo de estudio, en francés, se titula Encores.
R. …No, que cree que va a llegar a lo más alto. Aunque puede que ese cantante sea malo. Pero está convencido de que triunfará. Esa es la sensación que deben de tener la mayoría de los artistas que debutan.
P. ¿Por qué la compuso?
R. Porque me gusta escribir lo que los demás no escriben. Esa es mi enfermedad.
P. Así que a sus 90 años sigue buscando.
R. Sí, pero yo siempre encuentro. En 1970 compuse Comme ils disent, una canción sobre la homosexualidad. La siguiente que se compuso sobre los homosexuales tardó 30 años. Me gustan los retos. Pero a veces me cuesta horrores, como cuando escribí J’ai connu, una canción sobre el genocidio judío.
P. En un mundo tan estupendo, tan empaquetadito y tan políticamente correcto…
R. ¡Yo no lo soy! Soy política y poéticamente incorrecto.
P. ¿Le han dado muchos palos por eso?
R. No, no, fui muy criticado en mis comienzos, dijeron de todo sobre mí, cosas horribles. Nunca respondí. Seguí. Sólo podía seguir. Yo no soy Julio Iglesias, ¿me entiende, verdad? Físicamente no soy como él. Así que tuve que buscar otra cosa, otro lugar para mí.
P. ¿Y cuál fue ese lugar?
R. Las cosas que la gente piensa y no sabe expresar. Ese es mi sitio. El público no es tonto. Y el que lo crea comete un error monumental. Lo que hay que darle es verdad. Hay que ser uno mismo. Yo lo soy. O me aceptas o no. No puedo cambiar para gustar al público o a las modas.
P. Oiga, con 51 años uno puede sentir pereza ya por tantas cosas…
R. Es usted un chiquillo.
P. Es decir, ¿cómo se las arregla usted con 90 para no sentirla y seguir en la brecha?
R. No soy perezoso, nunca lo fui. Podría haberlo sido si, cuando empecé en esto, hubieran dicho que era buenísimo. Como dijeron que todo era malo en mí —el físico, la voz, la escritura…— tuve que probar a aquellos imbéciles que yo valía.
P. Claro, y acabaría cantando con Edith Piaf, con Sinatra, con Liza Minnelli…
R. Canté con los más grandes. Sinatra, Dean Martin, Peggy Lee, Plácido Domingo, Julio Iglesias…
P. ¿Aprendió de todos ellos o a veces hubo jaleos?
R. De todos. Yo aprendí, sobre todo, de Charles Trenet, Maurice Chevalier, Edith Piaf y Carlos Gardel. Se aprende de todo el mundo. De un escritor, de un cantante, de un periodista...
P. Mmm, no creo.
R. Pues sí. Veo todas las noches las noticias en televisión y estoy muy informado. Los temas nuevos los encuentro en las noticias. Y leo mucho, siempre lo hice. Dejé el colegio cuando tenía diez años y medio. Así que me fabriqué una cultura personal. Nadie me la enseñó, no tuve maestros.
P. Digamos que hizo la escuela de la vida.
R. Mi única escuela ha sido la vida. Soy un niño de la calle, sí.
P.Cuando uno viene de la escuela de la calle, ¿desconfía de muchas cosas y de mucha gente?
R. Yo no desconfío de nada. Soy muy tonto para eso. Confío en la humanidad. Y he sido estafado, robado, vendido… pero no importa. Nunca hice daño a nadie.
P. Ya es casi inaudito oír hablar así.
R. Soy optimista, mi padre lo era y aprendí de él. Cuando no teníamos nada, decía: “Dios nos lo dará”.
P. ¿Dios es importante para usted?
R. Muy importante, aunque no sé si soy creyente. Dudo. Pero ¿qué pierdo yo no siendo ateo? Nada. En ese aspecto soy un egoísta, claro. Si no existe, pues nada pasará. Y si existe, me recibirá bien porque le he honrado en mis canciones.
P. Algunas interpretaciones que de Dios se han hecho han infligido un daño enorme a la humanidad, ¿no cree?
R. Sí, pero él no tiene la culpa. La culpa es de los hombres.
P. Usted ama profundamente su profesión, ¿verdad?
R. Mi mujer me dice que la escena es mi amante. Y yo le contesto: “Sí, pero la escena no me cuesta dinero” [risas]. Y no es que no me cueste: es que me da dinero.
P. ¿Dónde encuentra el talento, la inspiración?
R. No tengo inspiración.
P. No le creo.
R. Que sí, sólo tengo ideas. El trabajo se convierte en talento, no al revés. Tampoco tengo imaginación. Nunca escribiría una canción sobre ovnis, por ejemplo.
P. ¿De quién será el mañana?
R. De los artistas. De los pintores, escultores, arquitectos. Desde luego, no de los músicos ni de los que hacemos canciones.

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