jueves, 10 de julio de 2014

Pink Floyd / The Dark Side of the Moon


Pink Floyd
THE DARK SIDE OF THE MOON
1. Speak to Me (1:30)
2. Breathe (2:49)
3. On the Run (3:30)
4. Time (6:53)
5. The Great Gig in the Sky (4:45)
6. Money (6:30)
7. Us and Them (7:34)
8. Any Colour You Like (3:24)
9. Brain Damage (3:50)
10. Eclipse (1:45)

Hoy se ha publicado la primera tanda de remasters de Pink Floyd dentro de la campaña Why Pink Floyd? y, aunque no hace mucho comenté un disco de la banda, no me he resistido a analizar el disco estrella de esta tanda: The Dark Side of the Moon, la gran obra maestra -que no la única- del cuarteto británico. Se trata de uno de los dos o tres álbumes más famosos e influyentes en la historia de la música popular, uno de los mayores iconos de esta, y a todo el mundo le suena en mayor o menor medida (esa portada, por ejemplo); por lo que no pretendo arrojar sobre él más luz que la que críticos y expertos de todo tipo han aportado desde su publicación en 1973. No obstante, tratándose de una obra fundamental y que se ajusta perfectamente a los contenidos del blog, viene muy bien darle un repaso general para quienes todavía no la conozcan. 

Roger Waters, David Gilmour, Nick Mason y Rick Wright.
The Dark Side of the Moon sigue siendo un relativo misterio a casi cuarenta años de su publicación. A menudo se ha dicho de él que supuso un antes y un después en la música, y estoy bastante de acuerdo.  A mediados de los setenta ya habían salido al mercado algunos álbumes de "art rock" de gran peso, a cargo de gente como Jethro Tull (Aqualung, 1971; Thick as a Brick, 1972) o Genesis (Trespass, 1970; Foxtrot, 1972), y también podemos citar a The Beatles, cuyo Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967) viene a ser considerado el primer gran álbum conceptual de la historia, si bien es un antepasado algo discutible de lo que se hizo en los setenta.

Fotografía interior de una de las ediciones en CD.

Algo tenía The Dark Side que lo hacía distinto, peculiar y muy innovador. Es verdad que con los años la música pop-rock se ha vuelto en general bastante prosaica, monótona, pero no podemos olvidar que en los setenta era el entretenimiento número uno a nivel económico, por encima incluso del cine o la televisión, y el éxito de discos como este tuvo un gran calado a nivel generacional. Hablamos del disco como obra total, como expresión artística máxima de la cultura de masas, y The Dark Side of the Moon fue una revolución técnica y creativa que aupó al rock progresivo a la cresta de la ola de los gustos populares.
Imagen de la contraportada original.

Si bien otros álbumes conceptuales poseían una cualidad algo opaca, como para gente muy preparada, este álbum de Pink Floyd debió resultar francamente accesible para el público medio, cosa sorprendente al venir precisamente de una banda un tanto hermética que había dado a luz obras bastante enrevesadas y psicodélicas. No hay en él suites de rock progresivo tan ampulosas como la de Atom Heart Mother, ni inventos tan arriesgados como el disco de estudio de Ummagumma, aunque la complejidad técnica de The Dark Side of the Moon fue enorme. El grupo y su ingeniero de sonido en los estudios Abbey Road, Alan Parsons (el del posterior Project), se centraron en dos líneas a este respecto: la perfección sonora en cuanto a nitidez del sonido por un lado, y la experimentación con nuevas tecnologías por el otro. The Dark Side es conocido entre otras cosas por lo compleja que fue su grabación, intercalada con giras promocionales, la famosa película-concierto del grupo en Pompeya e incluso una banda sonora editada en LP como Obscured by Clouds, todo ello mezclado con la obsesión habitual por la afinación de los instrumentos y algunas paradas -más de la cuenta- para ver la tele y, supongo, echar un cigarrito de los sabrosos. Tampoco faltarían las discusiones sobre el contenido conceptual del trabajo, que Wright, Mason, Gilmour y sobre todo Waters terminaban convirtiendo en diatribas filosóficas considerables.

Contraportada de una edición en CD.

Lo sorprendente de The Dark Side of the Moon es que, a pesar de todo el trasiego que supuso su gestación tortuosa, funciona como la seda a la hora de entrar por el oído a la primera de cambio. Mientras que esos álbumes conceptuales que comentábamos antes (e incluso obras anteriores de Pink Floyd) eran como hermosos coches clásicos tipo Rolls-Royce, llenos de emblemas cromados y de aspecto imponente, The Dark Side of the Moon resultó ser un deportivo negro y brillante, una bala aerodinámica cuyas únicas filigranas quedaban ocultas bajo el capó, en un motor inimaginablemente complejo. Perfecto.
Y aquí el de Time.

¿Y en qué consiste el álbum? Corto el rollo. The Dark Side of the Moon es un trabajo conceptual sobre la condición humana y sus aspectos más negativos, como son la apatía, la avaricia, la discriminación y la locura. Cada una de las dos caras del vinilo puede entenderse como una composición unificada, con todos los temas enlazados hábilmente unos con otros, y con interludios instrumentales que le dan empaque. ¿Es un álbum vocal con amplios pasajes instrumentales? ¿O se trata realmente de una obra de rock progresivo instrumental con pasajes cantados? Ambas posibilidades pueden ser defendidas con la misma vehemencia y con argumentos a los que asirnos, pero yo opto por la mezcla. Creo que The Dark Side of the Moon es una obra musical sin etiquetas que no contiene estrictamente canciones ni suites instrumentales, sino que utiliza el lenguaje del rock y todas sus posibilidades, desde guitarras y baterías a varios tipos de voces, pasando por sintetizadores de los de entonces y muchísimos sampleados de voces y sonidos (¿música concreta?), poniéndolo todo a un mismo nivel para completar una experiencia musical de unos 45 minutos que se disfruta al escucharla de cabo a rabo sin pausas.

po-pom

Abre el álbum Speak to Me, con un corazón latiendo de un modo parecido al sónar de Echoes. En un instante nos metemos explosivamente en Breathe (in the Air), una pieza de rock más o menos convencional cuyo ambiente melancólico va estableciendo el tono del álbum. On the Run es el primer experimento de gran calado, con el sonido de alguien corriendo y jadeando mezclándose con efectos sonoros sintéticos casi propios de los Tangerine Dream; su final nebuloso concluye con el tic-tac de varios relojes en los que suena el despertador de forma atronadora. Estamos en Time, una de las claves del disco, un tema vocal bastante potente con solos de guitarra antológicos por parte de Gilmour y una introducción instrumental-cósmica que podría ser precedente del siguiente álbum Wish You Were Here y su joya Shine On You Crazy Diamond. La orgásmica The Great Gig in the Sky cuenta con la sensual voz en grito de Clare Torry (que es blanca, pese a lo que pueda parecer) en lo que podría ser, según he leído, una evocación musical de la muerte.

po-pom, po-pom

La segunda cara se abre con el que fue primer single, Money, un tema muy popular que incluye efectos sonoros de cajas registradoras y monedas, y que versa sobre las posibilidades de consumo -que no de plenitud personal- que otorga una buena cartera. Como su nombre sugiere, Us and Them ("Nosotros y ellos"), cumbre del disco para mi gusto y obra de Rick Wright, trata sobre la mala costumbre que tenemos las personas de distinguir entre estos y aquellos, los que son como nosotros y los que no. Aplíquese si se quiere a las clases sociales, las razas, las ideologías, etc. Any Colour You Like, obra casi exclusiva del batería Nick Mason, emplea tanto solos de guitarra muy psicodélicos como efectos electrónicos logrados con el sintetizador EMS VCS 3. El álbum concluye con dos temas que bien podrían haber sido uno solo: Brain Damage y Eclipse. El primero es una descripción musical bastante curiosa de la locura, con carcajadas sonando aquí y allá por gracia del sonido estéreo y en homenaje a Syd Barrett; y el segundo, que lleva el título que se barajó en principio para el álbum, es una especie de himno grandioso y conclusivo que, siento decirlo, para mi gusto concluye el disco de una manera que sabe a poco. Está muy bien, pero podría haber estado un poquillo mejor.

   Portadas de dos ediciones en CD y HDCD.

The Dark Side of the Moon es uno de esos discos que hay que oír por lo menos una vez en la vida. ¿Por qué? Por la cantidad de detalles que oculta en forma de sampleados dispersos por todas partes, por las leyendas que atesora, como su extraña sincronización con algunas escenas de la película El mago de Oz, y sobre todo porque incluso hoy en día sigue siendo un ejemplo apabullante de producción musical y calidad de sonido. La nitidez de las guitarras y baterías es tal que parece que van a salir David Gilmour y Nick Mason de algún túnel secreto tras los muebles de la habitación donde tienes el equipo de música, y esto se implementa con las muchas remasterizaciones que se han llevado a cabo sobre él, algunas incluso en 5.1, que deben ser impresionantes. La edición aparecida hoy, en su formato Experience contiene un segundo CD con el álbum completo grabado en directo en Wembley. Muy buen concierto, aunque es tan fiel al disco que quizá habría sido mejor añadir al pack un compacto con demos o piezas eliminadas, para aportar algo más original. Veremos qué tal está la edición mega-carísima-completísima Immersion, que lleva merchandising de todo tipo para los absolutamente fanáticos. Menos mal que en un par de días se habrá filtrado de lo lindo a la Red.

El Conde
Otras músicas, Otros mundos





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