domingo, 8 de octubre de 2000

Isaac Bashevis Singer / "Las cosas de los judíos siempre han oscilado entre la vida y la muerte"

Isaac Bashevis Singer

"Las cosas de los judíos siempre han oscilado entre la vida y la muerte"



Gabriel Guevara
Estocolmo, 12 de diciembre de 1978

La entrega de los premios Nobel, efectuada el pasado domingo en las capitales de Suecia y de Noruega, se desarrolló como es habitual. Los galardonados con el de la Paz este año fueron el primer ministro israelí, Begin, y el presidente egipcio, Sadat -representado en el acto-, y fueron recibidos con grandes medidas de seguridad. El acto de entrega desató las mismas controversias que la propia concesión. Este desacuerdo sobre la idoneidad de los premiados con el Nobel de la Paz ya resulta tradicional.

Frágil, cerúleo, pero implacable contra toda tontería periodística, el septuagenario Isaac Bashevis Singer -Premio Nobel de Literatura de 1978- se resiste al show televisivo en que los usos y costumbres de los años setenta han convertido a la tradicional ceremonia sueca de entrega de los lauros.¿Qué significa en su vida premio Nobel?, se entromete un enjundioso corresponsal inglés. «La pérdida de dos meses de trabajo», dice el anciano, y la malicia judía, más allá de las cosas de este mundo, le brilla en los ojuelos.
¿Por qué escribe en yidish y no en hebreo?, interroga otro, como trampolín a preguntarle por qué no usa la lengua oficial del Estado de Israel. «Porque el hebreo es una lengua muerta», osa decir Singer, sin respetar que Menahem Begin está desde ayer en Oslo para recibir otro premio Nobel. «Porque el yidish es el idioma que usaban los personajes de mis novelas cuando les pasaba lo que narro», agrega.
¿Cómo controla, entonces, las traducciones de sus novelas al inglés? La calavera de Singer sonríe de nuevo, mirando hacia el suelo: «A veces las hago yo mismo». Y agrega, misteriosamente: «El yidish es el idioma para relatar las cosas de los judíos, que siempre han oscilado entre la vida y la muerte. Para los judíos, la muerte sólo puede mencionarse en yidish.
El pasado domingo, cuando leyó en la Academia Sueca la tradicional disertación de todo premio Nobel, dijo cosas más discutibles:
«El narrador y el poeta de nuestra época, como el de cualquier época, debe ser un entertainer del espíritu en el cabal sentido de la palabra, no apenas un predicador de ideas sociales o políticas. No hay excusa para una literatura tediosa que no intrigue al lector, que no estimule su espíritu, que no le proporcione la alegría y el escape que el arte siempre asegura. Dicho esto, también es verdad que el escritor serio de nuestra época debe estar profundamente preocupado acerca de los problemas de su generación.»
La conferencia fue en inglés, pero ese primer pasaje Singer lo leyó en yidisch. En parte porque la televisión se lo había pedido, pero quizá también como forma de retener un secreto cuya esencia no contará a nadie.
En su conferencia, Singer subrayó que el poder de la religión es hoy más débil que nunca y que la familia está perdiendo sus bases espirituales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de diciembre de 1978




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