sábado, 8 de julio de 2017

Corín Tellado / "Tengo una universidad de 48 años de trabajo"

Corín Tellado

Corín Tellado

"Tengo una universidad de 48 años de trabajo"

 "El deporte nacional es la envidia. Nosotros, los españoles, somos muy envidiosos. En otros sitios, a quien tiene mérito se lo dan. A mí nunca me han dado nada. Ahora ya me importa un pito."


ROSA MORA

19 AGO 1994


María del Socorro Amalia Tellado decidió a los 17 años, cuando escribió su primera novela, que, como era demasiado tímida, aprendería a ser agresiva. "A poner cara de perro". Corín (si alguien se atreve a llamarla Socorro pone su cara más feroz) es un torbellino de energía, una mujer contradictoria y compleja. Jamás ha leído una novela de amor, pero ha escrito 5.000, y asegura que nunca ha repetido tema y que nunca se ha enamorado. Le apasiona la política. A sus 68 años sigue siendo una luchadora tenaz. Lo único que quiere es que se la trate a ella y a sus libros ("ya sé que es literatura de evasión y no pretendo otra cosa") con dignidad y respeto. Ahora batalla contra su enfermedad (tres veces por semana va a diálisis), que le ha cambiado sus hábitos de siempre: conducir 0 teclear ella misma sus novelas. Pero ha aprendido a dictar y trabaja con su nuera. Sigue adelante,, como siempre, contra viento y marea. 
Pregunta. Tiene usted fama de mujer feroz.
Respuesta. Yo odié con el alma a los periodistas. Es que hasta ahora me trataron con ironía, y siempre quise que me trataran con dignidad. Yo soy una persona muy digna, muy seria. Que hablasen de mi trabajo con ironía, con lo que me cuesta hacerlo, me fastidiaba mucho. Luego llegué a conclusiones.
P. ¿Cuáles?
R. Pedantería. Ellos venían a mi casa, veían cómo vivía y se decían: "Yo, un periodista con todas las de la ley, tengo que andar haciéndole preguntas a esta mona, que, además, vive como Dios?" ¿Entiendes? Claro, lo que él ganaba en seis anos a lo mejor lo ganaba yo en uno, y eso les irritaba. Yo no seré periodista, pero tengo una universidad de 48 años de trabajo, hecha día a día, a pulso. Y aún sigo trabajando y estudiando.
P. ¿Qué estudia ahora?
R. De todo. Leo muchísimo. Leer y escribir es lo que más me gusta. Esa gente que me trata con ironía no se da cuenta de que yo traigo a España montones de divisas, aunque no se diga, desde hace 48 años. Y encima pasas inadvertida, y cuando llega la hora de hablar de ti lo hacen con ironía. Pues si me tratan con ironía, me olvido de ellos. El deporte nacional es la envidia. Nosotros, los españoles, somos muy envidiosos. En otros sitios, a quien tiene mérito se lo dan. A mí nunca me han dado nada. Ahora ya me importa un pito. Cuando llegas a cierto extremo pasas de todo y yo paso de todo.
P. ¿Por qué decidió escribir novelas rosas?
R. En aquel momento, en el año 46, muchos señores que hoy son grandes literatos famosos escribían con seudónimo para comer. Yo era una niña de 17 anos y empecé a escribir aquello con mi propio nombre. ¿Por qué? No sé. Casualidad.
P. Ha escrito 5.000 novelas, ¿nunca se ha repetido?
R. Pues verás, mi hijo venia de la Universidad y yo a lo mejor terminaba de trabajar y me encontraba en el despacho, todavía en pijama y con bata, y él me decía: "¿Pero qué estás haciendo?". Y, yo: "Es que ahora mismo acabé la novela y estoy haciendo el esquema de la que empezaré el lunes". "¿Pero, cómo puedes?". "Puedo". Por eso no me he repetido; cuando acabo una ya preparo el argumento de la siguiente.
P. ¿Cuál es la clave de su éxito?
R. La directora de Vanidades siempre me decía: "Es que tú escribes con el corazón, Corín, de tal manera que llegas al corazón lector". Quizá eso. Y el erotismo, las insinuaciones...
P. ¿Y cómo se inspira?
R. Ningún problema. Mira, el otro día me dijo un amigo; "Oye, hace un año que murió papá, era tan amigo tuyo, ¿por qué no haces un recuerdo para ponerlo junto a la esquela?". Lo hice, y ¿qué crees que pasó? Todo el mundo lloró. Yo hago eso igual que hago cualquier otra cosa, y lo hago en cinco minutos. Yo nací para eso. Soy muy trabajadora, yo tengo hechas novelas domingos y días festivos. Con eso de que era una niña tímida, que no salía de casa y tal, pues, hala, a escribir. Cualquier cosa que me explican o que veo me da ideas para mis novelas. Y eso que yo nunca me enamoré.
P. ¿Ni cuando se casó?
R. Ni cuándo me casé. A mí me gustaba mi marido, pero, ibah!, dejaron de gustarme los hombres altos y guapos desde que fracasé.
P. Y se divorció.
R. No, nunca me divorcié.
P. ¿Por qué?
R. Como no tuve, ni tengo, intención de casarme de nuevo...
P. ¿Y él?
R. ¡Ay!, él. No sé dónde está ni me interesa. Él es... Para mí es un hombre dudoso. Tuve dos hijos con él, pero fue porque yo era muy mujer. Y a mí siempre me gustaron los hombres. Tengo más amigos hombres que mujeres. Pero era el año 62, tenía hijos pequeños. Ahora, mi hija, que es muy moderna, me dice: "Fuiste tonta". Y yo: "Ya, ya. ¿Si tuvieras seis años y una madre con un amante, quién te iba a saludar en el Gijón de aquellos años?". Pues te aguantabas. Yo tenía las ideas claras y ya sabía que no iba a tener un amante. He visto muchas mujeres, con dinero, haciendo el ridículo, y todo Gijón, tacatá.
P. Usted siempre dice que su mejor editor fue Bruguera, pero tuvo con él un pleito que duró ocho años.
R. Cuando me hablan de Bruguera, digo ojo y para. Bruguera ganó mucho dinero conmigo, pero yo también con él, y fue el mejor amigo que tuve. Nunca jamás se sobrepasó y siempre me dio buenos consejos. Cuando yo me separé me ayudó. Desinteresadamente. Su familia, sus hijas, su mujer, todos fueron amigos míos. Yo le debo a Bruguera lo que soy. A mí que nadie me hable mal de Bruguera. He tenido con él un pleito durante ocho años, pero la culpa fue de los abogados, porque querían ganar dinero. Ni él ni yo hubiéramos querido un pleito.
P. ¿Qué hace cuando no lee o escribe?
R. Escucho mucho la radio. Lo que más me gusta son los debates políticos. Me apasiona la política.
P. ¿No ha pensado alguna vez en dedicarse a ella?
R. Soy una frustrada política. Soy de derechas, evidentemente, y si no tuviera esta enfermedad, pues sí, me hubiera metido en el PP y me hubiera dedicado. Una vez me propusieron para alcaldesa, pero ya estaba yo fastidiada.
P. ¿Desde cuándo está enferma?
R. Tres años. Pero debió empezar hace unos 23. Tuve algo de riñón y durante seis años me cuidé, pero luego me olvidé completamente. Suponte una casa a la que le faltaba una teja, luego dos y luego tres y tres y tres, y a los 23 años faltó todo. Sí, fue un descuido por mi parte, pero muy grande, dado como soy yo de cuidadosa.
P. Lo de la diálisis debe ser un fastidio.
R. ¡Puffffl Es una cruz. Una cruz tan grande que, dado mi carácter vital y, no sé, mi viveza y mi temperamento, es terrible. Pero no parezco tan vieja, ¿verdad?
P. ¿De estos 48 años de trabajo se arrepiente de algo?
R. De nada. Bueno, sí. De no haberme echado un amigo. Lo digo siempre ahora. El otro día se lo contaba a un amigo. Me dijo: "¿Echas de menos a un compañero?". Y yo: "No tienes ni idea". Publicó una entrevista pequeñita en la que dijo que Corín echaba de menos un novio. Y enseguida me llamó una amiga. "¡Mira lo que dicen aquí de ti". Y yo: "Sí, y qué pasa". Qué más da un novio que un compañero. Lo echo de menos. Me pesa mucho. Un compañero, ojo, no aquel bestia, alguien que me entendiera. Pero de casarme nada. Mira, yo rompí los papeles. Prefiero la pareja.
P. Pero usted es, ¿era?, de Acción Católica.
R. Lo soy, y qué. ¡Bah, bah! Lo era. Los curas, las instituciones... ya no creo en nada. En ese sentido, sí he cambiado.
P. ¿Qué le hizo cambiar?
R. Ellos, claro.
P. ¿Cree en algo?
R. Creo en lo que veo, en las flores, las plantas, el río, el agua, la hierba, en mis hijos, en los seres humanos que merecen la pena, pero no en los que son basura.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de agosto de 1994

EL PAÍS

No hay comentarios:

Publicar un comentario