miércoles, 22 de febrero de 2017

Saul Bellow / Herzog / Medio siglo después

Saul Bellwow
Poster de T.A.

Saul Bellow
Herzog
MEDIO SIGLO DESPUÉS

MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO
16 AGO 2008


Examinado con la perspectiva de casi medio siglo Herzog (1964), de Saul Bellow, se revela como una pieza clave en brillantísimo puzzle de la novela estadounidense de la segunda mitad del siglo XX; una piedra miliar en la evolución de un género del que Estados Unidos había tomado el relevo tras el espectacular desarrollo europeo (Francia, Rusia, Gran Bretaña) en el siglo anterior. Herzog representa algo semejante a lo que supuso ¡Absalón, Absalón! (1932), de Faulkner, en la primera mitad del XX, o Moby Dick (1851), de Melville, y Aventuras de Huckleberry Finn (1885), de Twain, en el XIX. Releída en la traducción de Vicente Campos publicada por Galaxia Gutenberg (que se ha tomado en serio la tarea de reeditar la obra del escritor judío-norteamericano), la historia de Moses Herzog, el atrabiliario personaje que, sumido en la crisis de los cuarenta (dos divorcios, traiciones, desconcierto, problemas de identidad), se ve dominado "por la necesidad de explicarse, de expresarse, de justificarse, de ponerlo todo en perspectiva, de aclararse, de corregirse", sigue invitando a sus lectores a la identificación. Algo que, desde El Quijote o Robinson Crusoe, es uno de los rasgos de un género que constituye, por su misma indeterminación y capacidad asimiladora, una privilegiada instancia de conocimiento del mundo. Herzog, un intelectual al que ya no le sirve lo que sabe y que (aún) ignora lo que podría servirle, intenta aclararse escribiendo cartas que nunca envía (a sus amigos, a sus amantes, a Eisenhower, a Dios) y en las que, a propósito del desastre de su vida, ajusta cuentas con la tradición filosófica moderna. Criticado por algunos (Nabokov, por ejemplo) como novelista "tradicional", la estructura de Herzog evoluciona desde el aparente caos y el pastiche (un homenaje a la literatura epistolar del siglo XVIII) a la linealidad, al tiempo que cambia la percepción que su protagonista tiene de sí mismo y de sus relaciones con el mundo. Novela (autobiográfica) de la memoria y de la alienación, de la impotencia y de la esperanza, Herzog es una de esas lecturas que ganan con el tiempo. Y a la que resulta instructivo revisitar cuando tenemos la sensación de que hemos rebajado demasiado nuestro listón de lectores de novelas.

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