jueves, 1 de diciembre de 2011

Freddie Mercury / Veinte años de ausencia

Freddie Mercury



Veinte años sin Freddie Mercury
(1946 - 1991)
La reina sin su rey


Redacción Cultura
El Espectador
24 de noviembre de 2011

El 24 de noviembre de 1991, un día después de haber confesado que era portador de VIH, murió el vocalista de la banda británica Queen.


Freddie Mercury no fue un personaje, fue mil a la vez. Más que preocuparse por pertenecer a la pandilla de sujetos más influyentes de la música, pensó en apropiarse de un estilo caracterizado por llevar la contraria. Un día confesó que dedicaba horas mirando y escuchando las propuestas de los demás, muchos de ellos colegas a quienes admiraba de manera ferviente, para hacer lo opuesto.
Por eso, cuando las voces predominantes en el rock eran de registro bajo, él innovó poniendo sobre el tapete su capacidad para asumir tonos altos y los críticos comenzaron a decir que se trataba de una propuesta operática. Pero no paraba ahí. Su iniciativa involucraba, además de coros de todas las índoles, un despliegue escénico pocas veces visto en el ámbito sonoro. Los Beatles tenían asegurado su nombre por haber hecho masivo un gusto sectorial; los Rolling Stones marcaban los derroteros de quienes querían ir en contra del establecimiento; Led Zeppelin dictaba al pie de la letra los cánones de comportamiento para el metal; mientras que Mercury y su corte, casualmente llamada Queen, exhibían sus fortalezas durante sus conciertos.

Oficialmente, Freddie Mercury, en la voz; Brian May, en la guitarra; Roger Taylor, en la batería, y el bajista John Deacon realizaron alrededor de 800 presentaciones, lo que equivale a estar más de dos años consecutivos en la tarima todos los días. Allí, el rey de la reina marcaba la diferencia al construir montajes teatrales en los que él, gracias a sus habilidades como multiinstrumentista, lograba desempeñar varios papeles. Para cada rol, como cualquier diva que se respete, mostraba un atuendo distinto. Se paseaba por los acordes del piano, aceleraba los ritmos de las canciones con la guitarra y después de satisfacer su ego, se ubicaba en donde más cómodo se sentía, en frente de la gente para entretenerla, para cantar, para contar historias y para hacer del rock un arte histriónico.


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