domingo, 26 de septiembre de 2004

Luisa Valenzuela / Cambio de armas / reseña



Cambio de Armas, 

de Luisa Valenzuela

Mucho más que un libro de cuentos, 

una obra polifacética, de género, 

“escrita con el cuerpo”.


Luisa Valenzuela
Oscar D'Angelo
Los Andes
26 de septiembre de 2004

"Cambio de armas" no es sólo un libro de cuentos, es mucho más que un libro de cuentos, es una obra polifacética, esencialmente de género, "escrita con el cuerpo" que ha generado un fascinante espacio de resistencia, labor de una autora que desde que escribió su primera novela a los 21 años y que publicó en Francia en 1966, "Hay que sonreír" hasta hoy, no cesa de producir, no cesa de asombrarnos con su producción, no cesa de crear, de recrear, de inventar, de buscar, de hurguetear en los vericuetos del hombre, sobre todo en los más oscuros y más profundos. En otras palabras, no cesa de enriquecer el universo literario con su narrativa, muchas veces humorística, donde lo erótico y el grotesco le dan un registro particular a su escritura. Es una obra intensamente analizada política, literaria y psicoanalíticamente

Antes de adentrarnos un poco en el libro que nos convoca es necesario recordar que Luisa es autora de más de veinte libros reconocidos internacionalmente, traducidos a varios idiomas, de los cuales son novelas "Hay que sonreír", "El gato eficaz", "Como en la guerra", "Cola de lagartija", "Realidad nacional desde la cama" y "Novela negra con argentinos". Los demás son de cuentos, cuentos agrupados en una magnífica colección publicados por Alfaguara y que llamó Cuentos Completos y uno más, en el ’99. Allí se pueden leer ciento cuarenta y ocho cuentos, en los que la autora narra qué vivenció en la otra cara de las cosas que abordó. LV ha dicho que "escribir es atravesar lo desconocido y tratar de mirar del otro lado". 






Escribió "Cambio de armas" en el período más negro de la historia nacional, donde pone al desnudo aquella realidad siniestra que nos tocó vivir a los argentinos. Realidad que aun hoy nos cuesta hablar y recordar. Es una obra que atraviesa los miedos y las máscaras de las negaciones, para adentrarse en el desgarro mismo de la perversidad de aquellos años. Es un libro escrito mientras sucedían las macro y las micro perversiones del poder de la época. Es un libro que no pertenece a los llamados de denuncia o testimoniales, está muy lejos, como toda su obra, de ser panfletario, pero... lo escribió en 1977 y las cosas que "inventó" literariamente desnudan al sistema opresor de realidad. Lo publicó fuera del país cinco años más tarde, en Nueva York en 1982. 

En "Cambio de armas", al igual que en otras obras publicadas en esos años como "Aquí pasan cosas raras", 1976, o en "La cola de lagartija", 1978 (que es la historia secreta de López Rega), la creatividad de Luisa se caracterizó por enunciar lo indecible, por confrontar con la crueldad de la censura, por contar lo incontable, por transgredir la barrera de las palabras prohibidas, por buscar obsesivamente el cuerpo involuto de lo oculto, por vencer las resistencias de los miedos y atravesar la fuerza de los fantasmas de la autocensura.

El control ideológico del proceso es, digámoslo de algún modo, burlado en muchos casos gracias al poder de la palabra recreada y merced a la valentía y al compromiso de muchos escritores. Escritores que, como Luisa, franquearon la reprimenda y las alambradas tendidas por los genocidas para resistir con su escritura a la dominación, y cuando digo dominación no sólo quiero decir la estatal o política, sino también la opresión sostenida por la sociedad falocéntrica, exacerbada en las épocas del despotismo y del horror dictatorial .






María Teresa Medeiros-Lichem escribió en "El inexorable oficio de nombrar: Cambio de Armas, de Luisa Valenzuela... Estos cuentos entretejen el discurso privado como el público, lo erótico con lo político, y el sufrimiento individual concreto con la retórica abstracta del autoritarismo de la llamada ‘guerra sucia’. Las cinco historias de esta colección presentan protagonistas mujeres en situaciones diferentes en su lucha por alcanzar un espacio en el balance del poder, mujeres realizando una búsqueda en sus propias conciencias, para articular sus temores y deseos y construir una subjetividad, y mujeres aprendiendo a sobrevivir en una situación política de crueldad y victimización. Así se puede interpretar ‘Ceremonias de rechazo’ como la ruptura con la dominación masculina, ‘De noche soy tu caballo’ como el lenguaje que revela el Eros prohibido, ‘La palabra asesino’ como el locus donde el escritor nombrador asume la responsabilidad de nombrar lo inenarrable, y ‘Cuarta versión’ como un ejemplo de las estrategias narrativas de Valenzuela para decodificar el lenguaje de lo indecible en una atmósfera de opresión política”. 

Nos ofrece el libro con una sugestiva imagen en la tapa, en la cual metaforiza, a manera de epígrafe, la obra; es un acrílico que se llama "Auxilio, exilio" de nuestro querido Carlos Alonso. 

La obra está formada por cinco cuentos o cinco historias, ubicados de la siguiente manera: Cuarta versión, La palabra asesino, Ceremonias de rechazo, De noche soy tu caballo y por último Cambio de armas, 

Está remarcado en todo el libro el protagonismo de mujeres demandando algún lugar en el mundo, tratando de sobrevivir de alguna manera y luchando cuerpo a cuerpo contra la opresión, el pánico, y el espanto. 

"Cuarta versión" está confeccionado con discursos superpuestos donde se lee a una narradora desconocida que encontró unos escritos y trata de reconstruir una historia que relata en letra cursiva. La historia es de una actriz, Bella, Bel-la, desarrollada en una embajada, que se va enamorando del embajador (de un país que no se nombra en ningún momento), el cual le ayuda a Bella a salir del país. Ese embajador es Pedro, en su embajada se asilan militantes políticos. Pedro consigue sacar a Bella del país, pero ella regresa después para interceder por los militantes asilados en el interior de la embajada. En una gran fiesta que se realiza en la misma en su honor, Bella muere de un disparo de la policía. Es una historia aparentemente de amor, lo erótico está presente en toda la historia, pero en realidad pareciera una especie de velo detrás del cual se pueden ver perfectamente los acontecimientos políticos y los dientes de la dictadura. Bella y Pedro muestran o exponen todo lo que les pasa y todo lo que pasa. La intensa vida que van tomando sus personajes en el desarrollo del relato hacen que tanto la autora como los lectores vayan tomando conciencia real de lo que en verdad estaba pasando. Se metaforiza con maestría y valor los fenómenos políticos perversos y las múltiples negaciones de las que fuimos víctimas y protagonistas los argentinos de los años setenta.

En "La palabra asesino" relata situaciones muy profundas. Dos personajes, ella una mujer anónima y él un hombre que ha matado mucha gente fuera y dentro de la guerra, están capturados enérgicamente por el deleite del deseo y por la pulsión de muerte. Eros y Thánatos cohabitando el mismo lecho, observándose en el espejo de la misma pulsión. 

Él dice: “Tengo 28 años y he vivido 6. El resto del tiempo lo pasé en instituciones. Instituciones: hospitales, reformatorios, cárceles, ejército; esas barreras...”

Él oscuro. De oscuro pasado y piel oscura. Ella apenas opaca. Él, en comparación, oscuro y transparente. Ella, siempre dispuesta a ver a través, con él negándose a ir más allá de esa piel impecable y tersa, infinitamente acariciable...

La seguridad de estar conviviendo con un asesino y el hecho de tener esa palabra en su mente a la manera de un trastorno obsesivo-compulsivo, la lleva a pensar en el suicidio para liberarse, pero al final al borde de la locura se salva y se libera gritando la palabra Asesino con todas las fuerzas que tiene. 

Es un cuento donde la autora le da un tratamiento especial al tema del deseo y de la muerte. Está dedicado a dos personas, Araceli Gallo y Guillermo Maci.

En "Ceremonias de rechazo" se desarrolla una temática que da cuenta de la resistencia al poder patriarcal recreado en los encuentros y desencuentros de Amanda y el Coyote, donde Amanda funciona con una gran dependencia de su amante. Una serie de ritos son realizados por la protagonista para sacarse de encima a su amante y a la impronta que este deja sobre ella, huella que la somete hasta paralizarla. La eficacia simbólica de la ritualización la libera del agente de los servicios de la dictadura, salvándola de una muerte casi segura.

(De vuelta en su terraza, entre las plantas, mientras las riega con la manguera comprada e instalada por el propio Coyote-el anulado-Amanda empieza a sentirse libre, y va esbozando un baile de apasionada coreografía que crece y crece hasta hacerse violento, incontenible. Baila Amanda con la manguera, la florea, se riega de la cabeza a los pies, se riega largo rato y baila sobre esa lluvia purificadora y vital. Libre, libre, canta aun en el baño mientras se quita las ropas empapadas, las sandalias empapadas. Libre, sin siquiera secarse, poniéndose a hacer gimnasia desnuda frente al espejo de cuerpo entero. Libre, mientras flexiona las rodillas, libre, libre, cantando.

Y el espejo, paso a paso, le devuelve las formas y le confirma el canto.

En “De noche soy tu caballo” reaparece la ambigüedad de las relaciones hombre-mujer, pero narrado de una manera distinta. Aquí lo erótico y lo onírico simbolizan la salida de la protagonista de la opresión y el símbolo del caballo es un símbolo liberador.

La narradora anónima escribe en primera persona, él, Beto, es un revolucionario, es la contracara del Coyote de la historia anterior. Beto que no es su verdadero nombre, aparece y reaparece, va y viene, y en una de esas "apariciones" se desarrolla la escena fundamental del cuento: una botella de cachaza, la música y una canción de Gal Costa, "a noite seu tou caballo", Beto haciéndole el amor también abraza los sueños de la revolución posible... allí se entreteje una historia donde no están ausentes los allanamientos de la época ni las distintas manifestaciones de la ferocidad humana.

(...donde está, vos lo viste, estuvo acá con vos, dónde se metió. Cantá si no te va a pesar. Cantá, miserable, sabemos que vino a verte, dónde anda, cuál es su aguantadero. Está en la ciudad, vos lo viste, confesá, cantá, sabemos que vino a buscarte.) 

Las escenas están situadas en un impreciso lugar entre el sueño y la realidad. Después de una noche de amor, al despertarse ella, Beto ya no está. Posteriormente, una llamada telefónica le dice: “Encontraron a Beto muerto. Flotando en el río cerca de la otra orilla. Parece que lo tiraron vivo de un helicóptero. Está muy hinchado y descompuesto, después de seis días en el agua, pero casi seguro que es él”.

Al final, en la última escena, en la cárcel ella le dice a Beto que puede venir a habitarla cuando quiera, “si es cierto que te han matado o donde andes, de noche soy tu caballo”. 

En “Cambio de armas” también Luisa toma los significantes del discurso dominante para nombrar las cosas innombrables, indecibles, inconfesables. Está subtitulado con nombres llamativos: Las Palabras, El Concepto, La Fotografía, Los Nombres, La Planta, Los Espejos, La Ventana, Los Colegas, El Pozo, El Rebenque, Las Mirillas, Las Llaves, Las Voces, El Secreto, La Revelación, El Desenlace. 




Otra vez Eros y Thánatos, otra vez descarnados sucesos que nuestra autora no quiere conceder a la maquinaria siniestra del olvido. 

Laura, o la llamada Laura, es una mujer sin memoria, esclava sexual del llamado Roque, supuestamente su marido; viene de tanto en tanto a tener relaciones sexuales con ella. Placer y humillación. Amnesia y sometimiento. Atracción y repulsión

La sexualidad de Roque es manifiestamente perversa, en cambio para Laura es una manera de sentirse viva, de asegurarse que existe.

El supuesto marido es un coronel que finalmente le cuenta a Laura la verdad de lo acontecido, le dice que ella había sido una guerrillera y que había intentado matarlo con un revólver. Él la había apresado. La fue torturando y narcotizando de distintas manera y al mismo tiempo le hacía creer que eran esposos. En esa relación imaginaria-siniestra se fueron "enamorando" donde la modalidad de ese amor se dialectiza perversamente en la díada opresor-humillada...

No caben dudas la creatividad de LV está en un total acuerdo con las leyes del crecimiento humano. Su literatura a veces desgarrante, a veces conmovedora, da cuenta del lugar que suelen ocupar la mujer y los oprimidos en nuestra sociedad y en nuestra época.

Apela en este proceso creador, entre otras cosas, a la fuerza de la memoria por que la cosa es "Recordar para no repetir".

http://www.losandes.com.ar/notas/2004/9/26/cultura-126801.asp



DE OTROS MUNDOS

Cuentos

MESTER DE BREVERÍA




viernes, 24 de septiembre de 2004

Muere a los 69 años la escritora francesa Françoise Sagan


Françoise Sagan


Muere a los 69 años la escritora francesa Françoise Sagan

La autora de 'Buenos días tristeza' ha fallecido a causa de una embolia pulmonar


París, 24 de septiembre de 2004
La escritora francesa Françoise Sagan, autora del clásico Buenos días tristeza, ha muerto hoy a la edad de 69 años en el hospital de Honfleur, al noroeste de Francia, a causa de una embolia pulmonar, según han informado fuentes de su entorno. Su estilo narrativo, personalísimo y en el que mezclaba erotismo y cínica ironía, no conocía prejuicios. Sagan deja más de 40 libros, entre ellos varias obras de teatro, además de guiones de cine y letras de canciones. 

Las mismas fuentes han explicado que Sagan, gran amante de la velocidad, el juego, y los excesos, tuvo que ser ingresada hace "algunos días" en el hospital de esta pequeña localidad, donde ha fallecido hoy tras sufrir "una descompensación cardiorrespiratoria". La escritora, que estaba enferma desde hace varios años, había sido hospitalizada en repetidas ocasiones a lo largo de los últimos meses y vivía retirada de la vida pública en su propiedad próxima de Honfleur. 

En realidad, su verdadero nombre era Françoise Quoirez pero escogió este pseudónimo de una novela de Marcel Proust para su debut literario. Nacida en el seno de una familia acomodada el 21 de junio de 1935 en Cajarc, al suroeste de Francia, irrumpió en la literatura francesa a los 19 años con Bonjour tristesse (1954), en la que aborda el deseo sexual de una adolescente. La obra, que fue llevada al cine por Otto Premminger en 1957, la hizo hizo famosa y por ella obtuvo el codiciado Premio de la Crítica. 

Una vida de excesos 

Con su segunda obra, Un certain sourire (1956), la joven novelista confirmaba las esperanzas que había suscitado su debú y a los 21 años gozaba de una fama que ningún novelista había alcanzado a tan temprana edad. Al relatar la historia de una joven que se enamora de un caballero casado y que le dobla la edad, dio muestras, por segunda vez, de una maestría literaria asombrosa. 

Su estilo narrativo, personalísimo, no conoce prejuicios. A estas obras se añadieron Dans un mois, dans un an (1957), Aimez-vous Brahms (1959), Les merveilleux nuages (1961), La chamade (1965), Des bleus à l'âme (1972), Le lit défait (1977) y Il fait beau jour et nuit (1979), todas ellas novelas. También escribió las obras teatrales Château en Suède (1960), Les violons parfois (1961), Le cheval évanoui (1966), Un piano dans l'herbe (1970) y Le chien couchant (1980). En 1993 publicó sus memorias, Con toda mi simpatía

Sus novelas, que evocan personajes de la clase media alta aburridos y amorales, ha sido traducidas a muchos idiomas. Pero no sólo las obras de Sagan dieron lugar a la polémica, sino también su estilo de vida, aficionada al alcohol, las noches en blanco, los casinos y los coches.



lunes, 20 de septiembre de 2004

El fotógrafo Eddie Adams, testigo del horror de la guerra de Vietnam, muere a los 71 años

 

El general survietnamita Nguyen Ngoc Loan ejecuta a un miembro del Vietcong en Saigón el 1 de febrero de 1968.
Foto de Eddie Adams


El fotógrafo Eddie Adams, testigo del horror de la guerra de Vietnam, muere a los 71 años

El fotógrafo recibió el Premio Pulitzer por una instantánea en la captó el instante en el que el jefe de la policía nacional de Vietnam del Sur dispara un sospechoso del Vietcong


Madrid, 20 de septiembre de 2004

El fotógrafo estadounidense Eddie Adams, célebre por sus instantáneas de la guerra de Vietnam, ha muerto a los 71 años de edad. Victima de la enfermedad de Lou Gehrig, Adams, cuyo trabajo llenó de las páginas de los grandes periódicos y revistas europeas y norteamericanas, desde 
Life, The New York Times, o Stern hasta Paris Match, ha muerto en su casa de Nueva York.

La instantánea más célebre y estremecedora de Adams, que le valió la concesión del Premio Pulitzer en 1968, fue realizada el 1 de febrero de aquel año en Saigón. En ella, el fotógrafo capta el escalofriante instante en el que el jefe de la policía nacional de Vietnam del Sur, general brigadier Nguyen Ngoc Loan, dispara en una calle a un sospechoso del Vietcong.


"Eddie Adams era un enorme talento y una inspiración para generaciones de fotógrafos de AP. Su coraje y creatividad dejan una marca que vivirá para siempre", ha dicho Tom Curley, presidente de Associated Press, agencia para la trabajó este reportero nacido en Pennsylvania y que también sirvió en al cuerpo de los marines como fotógrafo en la Guerra de Corea.


 



viernes, 17 de septiembre de 2004

Meg Ryan / El camino del faro




Meg Ryan y Mark Ruffalo
En carne viva



Meg Ryan
EL CAMINO DEL FARO

Por Moira Soto

Por supuesto que Meg Ryan no necesitaba ponerse en manos de la neocelandesa Jane Campion y hacer un sombrío thriller erótico para sacar chapa de actriz respetable: más allá de ser una estupenda actriz de comedia (ver sus despliegues chaplinescos, por caso, en Quiero decirte que te amo, 1995), ella ha demostrado variedad de recursos y alta calidad de intérprete en films bien dramáticos como Cuando un hombre ama a una mujer (1994, donde su creación de una esposa alcohólica superaba la habitual mediocridad de Luis Mandoki), Restauración (1995, midiéndose sin desmerecer con Robert Downey Jr. y otros grandes), Valor bajo fuego (1996, en el rol de una ruda capitana del ejército), Hurlyburly (1998, en un desgarrado personaje episódico de una puta casualmente experta en mamadas)... Paralelamente, en la notable, maldita Adictos al amor (1997), “básicamente antirromántica”, según la propia Ryan, se unió al excelente Matthew Broderick para infligir una sistemática, encarnizada venganza a los ex de ambos en la ficción.

Meg Ryan

Esta es la rubia que (oscurecida) reemplazó como protagonista de En carne viva –por una cuestión de agenda apretada– a la pelirroja Nicole Kidman que había comprado los derechos de la polémica novela de Susana Moore. Kidman, comprometida con el proyecto, quedó como productora de este inconfortable thriller que también encabezan el sorprendente Mark Ruffalo (irreconocible si se lo compara con el sexy romántico que hizo en Mi vida sin mí, dirigido por otra dama, Isabel Coixet), la intachable Jennifer Jason Laigh y el brillante Kevin Bacon.

La literatura como referencia moral de los ciudadanos

Eduardo Mendoza


CITA EN BARCELONA 
DE LOS AUTORES DEL NUEVO SIGLO

Mendoza reivindica la literatura como gran referencia moral de los ciudadanos

Peter Esterhazy, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo y Nélida Piñón, entre otros, participan en el debate

MIGUEL MORA Barcelona 16 SEP 2004
      
"La dictadura de Bush es ridícula. Pero ¿cómo acabamos con ella?". La pregunta lanzada ayer al aire por Carme Riera en el diálogo matutino explica bien lo que ha pasado en estos cuatro debates literarios organizados en el Fórum por el escritor mexicano Sealtiel Alatriste. El mundo se hunde bajo nuestros pies y los escritores y los lectores vuelven a hacerse la eterna pregunta: qué hacemos aquí, para qué nos sirve la literatura.
Y así, la discusión que el martes desencantó a algunos sobre el compromiso y la condición (o no) de referente moral de la literatura regresó a la interracial y moderna sala 113 del Centro de Convenciones con renovados bríos y argumentos puestos al día.
Soltó la liebre Eduardo Mendoza, sarcástico y brillante, cuando, hablando de lenguas y lenguajes narrativos y tras confesar que él empezó a aprender idiomas para ligar, dijo: "La diversidad es la literatura, que corta transversalmente todas las lenguas y nos permite entender a los otros. Si leyéramos sólo nuestra literatura, no conoceríamos realmente la literatura. Por eso el escritor es un referente: por el mero hecho de serlo. Una pesada obligación, que no puede rehuir. Porque eso sería como si un delincuente dijera: 'Mire, es que yo robo y mato para ganarme la vida".

Carlos Fuentes: "El escritor no está obligado con la política sino con la imaginación"

Para el húngaro Peter Esterhazy, "la gran batalla de la escritura es el talento"

Tras la primera andanada, Mendoza continuó, sereno y dulce en apariencia, pero igual de incisivo: "El escritor es un referente. No sé si moral, pero desde luego literario. Yo no veo diferencia entre moral y literatura. La moral es una conducta frente al mundo como lo percibimos. Y percibimos el mundo como nos lo enseña la literatura, y el cine, y el teatro. La representación del mundo, con todas sus implicaciones morales, es la literatura".

A su lado estaban la mallorquina Carme Riera, que abogó por el escritor que escribe y el ciudadano que se compromete; y Peter Esterhazy, otro irónico indómito, flamante premio de los libreros alemanes en Francfort, que advirtió de que en su discurso haría varias referencias a la anunciada, pero ausente, Susan Sontag, y lamentó entre bromas la "escasa fiabilidad organizadora" de los españoles.
Luego, el húngaro recogió el guante mendocino. Dijo que la creación es una cosa "oscura y llena de barreras", y que la política sólo es una barrera más. Y afirmó que la novela es una herramienta estética más que moral. Pero se desmintió enseguida: "La gran batalla de la escritura es el talento", dijo Esterhazy, "pero para mí el lenguaje del poder, el ruso, ha sido materia prima. Me permitía jugar, incorporar el habla de la dictadura para ridiculizarla con indirectas. Algunos libros míos de esa época eran puro lenguaje de poder: no se entendía nada, todo eran indirectas, mentiras. Cuando las dictaduras son ridículas, tienen los días contados. Y uno no puede ser apolítico en una dictadura. Pero cuando no se entiende un libro, uno tampoco se entiende a sí mismo. Así que mejor que todo vaya bien: absténganse, por favor, de imponer más dictaduras". Esterhazy también habló de Céline, ese "hijo de puta" que fue "el mejor prosista" de su tiempo, para determinar que es mejor confiar en la obra que en el autor.
Mendoza bromeó: "Sí, también nuestra dictadura tenía los días contados: pero eran 28.500". Entonces, añadió: "Saramago puso ayer el ejemplo de Tolstói para negar que es un referente. Quizá el escritor no es un predicador, pero debemos tenerlo claro: es un referente. Porque colabora en construir el imaginario colectivo".
Saramago no aguantó más alusiones directas y caminó a grandes zancadas hacia la mesa entre los aplausos de todos. "Siento que algunos estén frustrados, pero lo que vieron ayer aquí fue un ejercicio de honestidad intelectual. Una cosa es el compromiso social y otra ser un referente. Referente moral eran esas señoras que iban por el mundo como Dios, Jesucristo o un gurú. Eso no somos. Por lo menos, yo no. Tengo mi sentido moral de la existencia, claro, y respeto esas reglas en la medida que puedo. Compromiso social, todo lo que puedo. Referente moral, lo que ustedes quieran. Puede que lo sea para algunos. ¡Pero yo no busqué esa cruz!".
Ahí estaban otra vez las conciencias en marcha: la vieja polémica del escritor comprometido, de la que el programa había tratado de huir explícitamente, arrasaba de nuevo. Carlos Fuentes, Tomás Eloy Martínez, Juan Goytisolo y Nélida Piñón, moderados por el escritor mexicano Ignacio Solares, se citaron por la tarde para hablar de globalización y centros de poder.
Nélida Piñón realizó un elogio de mestizaje y criticó la forma en que el mercado y las grande corrientes silencian las literaturas periféricas: "Pocos españoles conocen a Machado de Asís, pero seguro que todos conocen el fútbol".
Fuentes declaró solemnemente "superado el mandato sartreano del compromiso político". "El escritor no está obligado con la política, sino con la imaginación y con el lenguaje. Pero, ¿por qué entonces las dictaduras matan, encarcelan o exilan a los escritores? Porque ellos tienen una imaginación distinta de la del Estado, un lenguaje diferente. Eso encumbró a Thomas Mann, a Milan Kundera, a 20 más: el empleo de la imaginación y el lenguaje en plena libertad. Ésa es nuestra única responsabilidad". Y coincidió con Riera: "Después, todos tenemos derecho a tomar la opción política que más nos convenza. Como ciudadanos". También afirmó que hay que luchar por proteger el sentido ético de la palabra frente a los caprichos del comercio: "Si nos quitan eso podemos darnos por muertos".
El argentino Tomás Eloy Martínez cree que no se puede desvincular el texto literario del receptor: "Los referentes morales los construyen los lectores. Cuando hay dictaduras violentas y el poder es sordo y ciego, la literatura no tiene peso ni posibilidad de construir nada. Si el poder es iletrado y analfabeto, la literatura no sirve. Para eso hace falta que el poder se deje impregnar o impresionar. Argentina es la demostración de eso. Y ahora ocurre lo mismo en Estados Unidos: el rol del intelectual ha desaparecido por la ceguera del poder político, que aniquila las voces negándose a oírlas. Por mucha pasión que ponga, el escritor solo no puede hacer nada".
Juan Goytisolo -que denunció la dictadura del mercado y los imperios mediáticos- animó a defender con uñas y dientes el legado de la diversidad cultural y se mostró escéptico respecto al valor moral de la literatura. "Una cosa es la creación y otra la labor cívica. Cada día me veo obligado a tomar partido, sobre todo desde que mi aversión a Aznar se convirtió en una cosa física, en una pesadilla. Fuera de eso, distingo el compromiso y la escritura".



El Hitler de Bruno Ganz conmociona a los alemanes


Bruno Ganz como Hitler



El Hitler de Bruno Ganz conmociona a los alemanes

Los críticos encumbran al actor y se dividen respecto a 'El hundimiento', de Hirschbiegel


JOSÉ COMAS
Berlín 17 SEP 2004

La película Der untergang (El hundimiento), dirigida por Oliver Hirschbiegel y producida por Bernd Eichinger, que relata los últimos 12 días de Adolfo Hitler en el búnker en Berlín al final de la II Guerra Mundial, se estrenó ayer en Alemania en medio de una catarata de debates y con división de opiniones entre la crítica. No obstante, reina casi total unanimidad en reconocer el papel destacado del actor suizo afincado en Alemania Bruno Ganz en su interpretación de Hitler. El escritor Joachim Fest, autor del libro El hundimiento, que sirvió de base al guión, resumió en dos palabras la actuación de Ganz: "Es Hitler".
Al final de la proyección de la película unos textos dan cuenta del destino de sus protagonistas, de los que vivieron en el búnker el hundimiento del nazismo, el suicidio de Hitler y el terrible asesinato de los seis hijos de Joseph Goebbels, cometido por su fanática madre Magda, que no quería que sus vástagos viviesen en un mundo sin nacionalsocialismo. La casi totalidad de los testigos han muerto: suicidados, ejecutados tras el proceso de Nuremberg, en el cautiverio en la Unión Soviética o en la cama.
La película llega casi 60 años después de los hechos reales, cuando en Alemania parecían agotados ya todos los ejercicios espirituales de exorcizar el pasado y afrontar la propia historia. El filme se estrenó ayer con 400 copias en medio de una Alemania en crisis con elementos inquietantes como un incremento de la protesta social y el desencanto de amplios sectores de la población, sobre todo en el este. Se ponen en tela de juicio principios básicos del sistema democrático y casi el 50% de la población se refugia en la abstención electoral. El este alemán, donde al nazismo sucedió una dictadura prusiano-estalinista que duró más de 40 años, expresa su protesta y desencanto con el voto por el partido heredero de los comunistas y hasta se advierte un cierto auge de la ultraderecha con cierto tufo neonazi.
En este contexto llega la película de Eichinger, Hirschbiegel y Ganz que ha costado 14 millones de euros y se rodó en la ciudad rusa de San Petersburgo, donde se reproducen los exteriores del Berlín del final de la guerra, y en el búnker de Hitler, reconstruido en los estudios de Múnich. El guión se basa en la obra de Fest y en el libro de memorias Hasta la última hora, en el que Traudl Junge, la secretaria de Hitler, relata sus experiencias desde su llegada con 22 años al puesto hasta su salida del búnker.
La figura de Junge sirve de hilo conductor desde el inicio de la película con su primer contacto con un Hitler que se presenta como un jefe simpático y comprensivo, con el nerviosismo propio de esa joven de 22 años que aspira al puesto de secretaria. El final de la película es un añadido de un documental con Junge en el que la secretaria realiza una especie de autocrítica sobre su pasado al relatar cómo un día en Múnich, donde falleció hace dos años tras la publicación de sus memorias, se encontró con una placa conmemorativa de dos chicos héroes de la resistencia, los hermanos Scholl, ejecutados en 1942 por repartir en la universidad panfletos contra el nazismo. Junge se dio cuenta de que los ejecutados tenían la misma edad que ella cuando comenzó su trabajo con Hitler y "en ese momento sentí que no es ninguna disculpa haber sido joven entonces".
El gran personaje que devora con su interpretación a todos los otros y los reduce a una condición casi de extras es Bruno Ganz. La interpretación de este icono del teatro y del cine alemán está llamada a entrar en los anales de la cinematografía. Para ello, Ganz estudió tres meses la literatura sobre el tema, tomó clases del acento austriaco de Hitler con un actor de Linz, cerca del pueblo natal del Führer, y visitó una clínica de enfermos de Parkinson para mimetizar sus movimientos de manos temblorosas. El resultado es espléndido porque el papel de Hitler, así lo quería el guión, no es el de un monstruo, sino el de un personaje de carne y hueso que acaricia a los niños de Goebbles y a su perra Blondi, se muestra amable con su entorno personal y alaba un plato de espaguetis poco antes de su suicidio. El riesgo de ofrecer esta visión de Hitler es enorme en un país que, por imperativos categóricos, está obligado a actos de contricción, dolor de corazón y propósito de enmienda.
En dos horas y media, que se consumen como en un suspiro, la película ofrece un espléndido relato cinematográfico del Berlín exterior donde mueren los niños en defensa de la ciudad frente a los rusos que avanzan y donde todavía se ejecuta a los desertores horas antes del final. Bajo tierra, el microcosmos de Hitler y su entorno en el búnker. El estreno de la película ha hecho correr ríos de tinta en la prensa y ocupado muchas horas de debates y entrevistas en la televisión. Como no podía ser de otra forma, la crítica se divide. El prestigioso y temido jefe de las páginas de cultura del Frankfurter Allgemeine Zeitung, Frank Schirrmacher, publicó casi una sábana completa titulada "El segundo descubrimiento de Adolfo Hitler". En un subtítulo resume que, "con riesgo y premio" los autores "hacen visible lo que hasta hoy día nos persigue". Schirrmacher centra su crítica y elogios, además de en Ganz, en el papel del productor y guionista Eichinger, un producto del pijerío muniqués que "ha conseguido lo que nadie había logrado: descubrió por segunda vez a Hitler. Él, por extraño que parezca, ha hecho por primera vez controlable a Hitler. Por primera vez es posible situar a Hitler en un contexto que no nos han prescrito de forma póstuma". Añade Schirrmacher: "Sin Bruno Ganz esto habría sido impensable, pero éste es sólo un aspecto de la inteligencia de la obra".
Entre las críticas negativas llama la atención la del Spiegel Online, la edición digital del semanario que hace un mes ya había dedicado en la edición impresa la portada y 20 páginas a la película. Spiegel Online llega a la conclusión de que "su necesaria renuncia ante toda calidez, épica e interpretación hace de El hundimiento una película, en definitiva, superflua. Para la banal comprensión de que en lo humano existe la maldad no habría sido necesaria una cara producción cinematográfica de 14 millones de euros que en la pantalla grande resulta tan plana e inofensiva como una serie de dos entregas en la televisión".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 17 de septiembre de 2004


jueves, 16 de septiembre de 2004

Henning Mankell / Laura Restrepo / "Las cosas no son como son, sino como se contaron"

Henning Mankell
Henning Mankell / Laura Restrepo

"Las cosas no son como son, sino como se contaron"


MIGUEL MORA
Barcelona 

15 SEP 2004
La colombiana Laura Restrepo y el sueco Henning Mankell se parecen como un huevo a una castaña. Ella es guapa y él no, ella escribe como un torrente caliente y él es un témpano que derrite despacio las intrigas. Pero los dos son narradores estupendos y ayer tarde se pusieron a hablar de literatura y vida y de repente parecían hermanos. O novios.
Mankell y Restrepo defendieron la imaginación como la herramienta más poderosa de la mente humana. Desde ángulos distintos, pero con la misma pasión.
"Somos contadores de cuentos, el homo narrans, y en eso todos somos artistas: es lo que sobre todo nos distingue de los animales", dijo el creador del inolvidable y sufridor Wallander, que recomendó a los padres que lleven a los hijos al teatro en vivo. "El conocimiento emocional es tan importante al menos como los nombres de los ríos que se aprenden en la escuela", dijo. Y preguntó: "¿Una sociedad sin teatros ni librerías puede llamarse sociedad?".
Mankell acabó contando tres o cuatro pequeñas y deliciosas historias africanas. Una terminaba con la frase de un sabio sentado a la sombra del trópico: "No es bueno morirse antes de haber terminado de contar la historia". O traducido al sueco: "Necesitamos la amalgama imaginativa para hacer avanzar la sociedad".

Las respuestas

Restrepo dejó el aire lleno de frases luminosas en esa sesión de tarde, marcada por la ausencia de Jorge Semprún, que no acudió al Fórum por problemas (leves) de salud. "En la calle y la literatura se encuentran las respuestas", dijo la autora colombiana. "La literatura es espejo profundo, refleja y genera, se mueve entre la luz y las tinieblas y las contiene a ambas, y su visión oblicua permite mirar cerca y lejos, a lo universal y a lo íntimo, al pasado y al futuro".
"Porque la literatura alcanza lo sutil, lo leve, lo ligero, antes de que caiga al suelo. Y a la vez que nos entrega lo venidero anida en el inicio de la vida y se precipita hacia el momento final, la muerte", añadió la ganadora del último Premio Alfaguara. "La literatura juega a la confusión y es un monstruo de dos cabezas: la palabra y la realidad, la literatura que se mezcla con lo real. La literatura se pega a lo real como su piel. Las cosas no son como son, sino como se contaron".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de septiembre de 2004