lunes, 18 de marzo de 2024

Triunfo Arciniegas / Ficción y maldad

 


Triunfo Arciniegas

FICCIÓN Y MALDAD

En ‘Anatomía de una caída’ verán a un calvo espantoso que confunde ficción con realidad. Una perversión de moda en nuestra época, donde se llega al descaro de juzgar al escritor por los actos de los personajes.

En Perú, durante la campaña política de Vargas Llosa, leyeron pasajes eróticos de sus novelas con la intención de rebajarlo moralmente como candidato.

¿No se puede escribir sobre mujeres muertas? ¿Ni sobre mujeres malvadas? ¿Hay que dejar de leer a Patricia Higsmith porque el talentoso Ripley, su personaje más famoso, siempre se sale con la suya? ¿Es culpable Sábato porque Juan Pablo Castel asesinó a María Iribarne? ¿O Dostoievski debe ser juzgado por los crímenes de Raskolnikov? ¿O Nabokov por la precocidad de Lolita? ¿O Mempo Gardinelli por ‘Luna caliente’?

La maldad no distingue sexo ni creencias ni edad ni color de piel. Las historias requieren de personajes malvados. No existiría ‘Macbeth’ si Lady Macbeth fuera bondadosa. Con la felicidad sólo se escriben historias bobas. La literatura es una exploración de la maldad. De la parte dolorosa de la vida. La literatura no debe rendirse a la realidad ni a las modas. La ficción tiene sus propias leyes. Y debe juzgarse como ficción. La literatura es un saqueo y no un retrato de la realidad.

El escritor, como dice Vargas Llosa, escribe acosado por sus demonios. De un escritor no vemos sus ojos bellos o sus cuidadas manos sino el reguero de sus propias tripas.

Y, finalmente, los personajes hacen lo que se les da la gana.

11 de marzo de 2024




Juan Villoro / Ella

 



Juan Villoro

ELLA

Me eligió como se elige un libro en una biblioteca. Ignoro si me escogió por el título, el lomo, la portada, la tipografía o por mi ubicación entre los libros. No sé qué clase de texto fui para ella.

César Gaviria / El Gobierno de Petro

 

César Gaviria y Gustavo Petro


Duro rifirrafe entre Petro y Gaviria, luego de la entrevista del expresidente en SEMANA por la reforma a la salud. Estos son los dardos que se cruzaron 

El expresidente César Gaviria lanza una grave alerta. Dice que el sistema de salud está colapsado por culpa del Gobierno Petro. Habla de las elecciones presidenciales de 2026 y califica de “antisemita” al presidente.

Redacción Semana

17 de marzo de 2024

Dos expresidentes de corrientes políticas diferentes salieron a criticar duramente la posición del Gobierno Petro frente a la reforma a la salud. Álvaro Uribe lo hizo con un trino en el cual hace algunos comentarios y propuestas concretas. El presidente contestó con dureza, pero también con un elogio: “Hay que agradecerle al expresidente Uribe que conserve su ánimo propositivo, en contraste con la actitud displicente de su bancada, que se dedica a romper el quorum y acelerar la crisis”, dijo.

sábado, 16 de marzo de 2024

Triunfo Arciniegas / Los perros y los críticos

 

Foto de Triunfo Arciniegas


Triunfo Arciniegas
LOS PERROS Y LOS CRÍTICOS

Hemingway decía que los críticos exhiben la arrogancia de un perro sobre un león muerto. Y aparecen en estos días hasta debajo de las piedras. Uno dice, con asco, que En agosto nos vemos es mala y pretende enseñarle a García Márquez hasta el uso del adjetivo, furioso porque el maestro no escribió el libro a su antojo. Y otro tiene el descaro de considerarla “una obrita desechable que pudo haber escrito cualquier aprendiz de escritor”. ¿Puede alguien llegar a ser tan pendejo, tan estúpido? Otros respaldan y repiten como loros los comentarios ajenos sin cumplir la tarea de leer el libro. Esos son los peores.
Es como si consideraran que denigrar los enaltece o los convierte en autoridades. Jairo Aníbal Niño me dijo una vez: “Son eunucos enseñando a hacer el amor”.

Los críticos arrogantes olvidan que García Márquez publicó en la revista Cambio el primer capítulo de la novela el 5 de abril de 1999 y el tercero, “La noche del eclipse”, el 19 de mayo de 2003. Para entonces García Márquez disfrutaba aún de sus facultades mentales y no arriesgaría su inmenso prestigio publicando textos desechables. Los otros cuatro capítulos se leen con igual entusiasmo. ¿Entonces qué? La obra es redonda y convincente, sin cabos sueltos, con un equilibrado manejo del espacio que mantiene en su lugar la vida conyugal y las experiencias de la isla. Un párrafo conduce a otro con la fluidez de los manantiales. Tanto la seducción como las relaciones familiares se leen sin tropiezo. Imagino a Hemingway preguntándose qué saben los perros de rugidos.

He leído tres veces la novela y me encanta. No es Cien años de soledad porque no habrá otra ni en un siglo. No exhibe la sólida estructura de Crónica de una muerta anunciada ni la deslumbrante orfebrería de El amor en los tiempos del cólera ni la precisión de relojero de El coronel no tiene quien le escriba. Pero En agosto nos vemos es imposible sin el genio de García Márquez, sin su visión del mundo, sin su legendario dominio del lenguaje. No es una obra maestra y no importa. Hay encanto en estas páginas. Y su lectura es un regocijo asegurado porque, por supuesto, hay belleza.

14 de marzo de 2024



El oscurantismo en los servicios de inteligencia colombianos se perpetúa en la era Petro

 

Carlos Ramón González afuera del Palacio de Justicia, el 8 de febrero de 2024.CHELO CAMACHO

El oscurantismo en los servicios de inteligencia colombianos se perpetúa en la era Petro

Carlos Ramón González asume el liderazgo de una Dirección Nacional de Inteligencia cuya misión y responsabilidades generan dudas


Camilo Sánchez
2 de marzo de 2024

Casi nadie sabe, a ciencia cierta, cuál es el faro misional de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) en Colombia. Carlos Ramón González, viejo aliado del presidente Gustavo Petro desde los días en la insurgencia en el M-19, asumió el 23 de febrero el liderazgo del organismo creado por el expresidente Juan Manuel Santos (2010-2018) para coordinar y ejercer control sobre las distintas agencias de seguridad del Ejército, la Fuerza Aérea o la Policía. Desde entonces, poco o nada se ha avanzado en la tarea de delinear con claridad las funciones de uno de los grandes agujeros negros del sistema democrático colombiano, de acuerdo con las seis fuentes consultadas para este reportaje.

Petro abre la puerta a una Asamblea Constituyente ante el estancamiento de sus reformas


Gustavo Petro en Cali, este viernes.ERNESTO GUZMÁN (EFE)

Petro abre la puerta a una Asamblea Constituyente ante el estancamiento de sus reformas

El presidente menciona la posibilidad de una reforma total e incierta del Estado en Colombia, que puede beneficiar sus propuestas, pero que también puede jugar a favor de sus opositores


Santigo Triana Sánchez
Bogotá, 16 de marzo de 2024


Cuando Gustavo Petro era candidato a la presidencia, uno de los temores que sus opositores asociaban con su triunfo eventual era el de que, una vez en el poder, convocara a una Asamblea Nacional Constituyente que le permitiera mantener la jefatura del Estado más allá de 2026. Antes y después de ganar las elecciones presidenciales, el actual presidente de Colombia ha reiterado que dejará el poder una vez su periodo de cuatro años termine. Este viernes, sin embargo, el mandatario ha resucitado viejos temores al mencionar la posibilidad de convocar una Asamblea Constituyente ante el estancamiento de sus reformas en el Congreso de la República.

Tarek William Saab, el temido fiscal de Venezuela

 


Tarek William Saab

Tarek William Saab en el Tribunal Supremo de Caracas (Venezuela), el 31 de enero.MIGUEL GUTIERREZ (EFE)

Tarek William Saab, el poeta y budista amigable que acabó como el temido fiscal general de Venezuela 

El brazo ejecutor de las decisiones judiciales más polémicas contra activistas y opositores ha surcado un accidentado trayecto para imponer la validez del relato revolucionario en la crisis venezolana


Alonso Moleiro

Bogotá, 15 de marzo de 2024

Revolucionario desde su juventud, comprometido militante chavista, poeta, budista, fundador del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela, gobernador, Defensor del Pueblo, promotor de conciertos de rock, el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, es una de las figuras más controvertidas de la plana dirigente chavista que ha ejercido la hegemonía política en la Venezuela de los últimos 25 años.

viernes, 15 de marzo de 2024

Triunfo Arciniegas / El robo del camión

 


Triunfo Arciniegas

EL ROBO DEL CAMIÓN 


Anoche robé un camión. Nunca había hecho algo así. Es algo que nadie espera de mí. Las caras de la moneda se han mezclado en una sola sopa donde resulta difícil separar los sueños de los hechos. Mi vida no volverá a ser lo que era. Debo contar el día para que se entienda la noche. Había una tarea pendiente, aplazada como tantas otras: aprobar y firmar la renovación de los contratos de dos libros de Fondo de Cultura Económica de México, Carmela toda la vida y El rabo de Paco. Como le hace falta mantenimiento a la impresora y me resulta difícil leer y desmenuzar un texto en pantalla, reenvío el correo con los archivos de los contratos a una papelería cercana y luego pienso que mejor los llevo en una memoria. Los bajo, los busco, los guardo después de asegurarme de no confundirlos con los que me enviaron a finales del año pasado con adelantos ridículos y porcentajes que pueden mejorarse. Voy a la papelería y me imprimen dos copias de cada contrato: veinticuatro páginas. Leo o trato de leer. Firmo dos copias y le pido a María que las escanee porque puede hacerlo en uno o dos minutos. Acaba de ocurrírseme la idea y me ahorro por lo menos dos horas de trabajo. Lo que hago en casa es tomar dos o tres fotos de cada página para seleccionar la más adecuada y mejorarla. Y así con todas las páginas. Más de dos horas: son doce páginas. Así que siento el alivio de volver a casa con los contratos firmados y listos para enviar. Y con cuatro botellitas de la miel de abejas que le traen a María de Herrán, pura, buenísima, para los mecánicos. En esta vida uno debe andar bien con el médico, el abogado y el mecánico.

Leo los contratos en la cama. No han atendido todos mis requerimientos, aunque sí los fundamentales del adelanto y los porcentajes. No quiero dilatar la diligencia. Me avergüenza hacerlos esperar más. Envío los contratos a México diciéndome que del ahogado el sombrero. Son las once de la mañana. Pienso almorzar fuera. Es temprano. Voy con la camioneta para que Manuel le revise las luces porque anda tuerto. René y yo trajimos la Ford Explorer de Cuatrovientos el sábado. Subió bien a pesar de que estuvo guardada como tres años. Fuimos a La Mancha el domingo en la mañana y todo bien. Subió la montaña como si nada. Hace una semana aprobó el examen técnico mecánico. El único lío son las luces. Manuel deja la tarea en manos de su hijo, que nunca había visto antes. La confianza es con Manuel. El hijo da vueltas. Dice que se debe cambiar una cosa y la otra. Da una solución y luego otra: ambas caras. Al fin le pido que deje las luces como estaban. Cierra, asegura y le pregunto cuánto. Diez mil pesos y todo sigue igual que antes. Manuel me aconseja que vaya donde el Rayo, su antiguo aprendiz, pero le replico que es un tirano. “Anda enfermo”, dice. También Carmelo, su ayudante, que acaba de pasar por el taller. ¿Quién no anda enfermo a estas alturas? Mirando hacia el río, Manuel habla de la terrible circunstancia de envejecer y enfermarse. Ya estamos viejos. Si envejecieron criaturas tan divinas como Jessica Lange y Jodie Foster en el país de los sueños, qué se puede esperar de los pobres mortales en el culo del mundo. Me despido. Le escribo a René que aprovechemos el viaje de Jairo el próximo domingo para que revise el sistema eléctrico no solo de la Hammer sino de la Explorer. Ya es más de mediodía. Darío no abrió el restaurante. Tal vez viajó a una cita médica. Ya es más biónico que yo, que tengo ojos de vidrio, pata de palo y corazón de piedra. Voy en la Explorer a un restaurante que quiero conocer y encuentro que tampoco abrieron. Sigo hacia mi casa y me preparo un café. Me siento bien, con los contratos salvé el día. Jairo resolverá el problema de las luces. Cambiará el amasijo de cables. Tengo la tarde libre para Netflix pero me duermo casi de inmediato. La noche anterior fue breve. Me despierto preguntándome si Alejandra pasó o no. Le escribo. Nos vimos cuando estaba donde Manuel. Apareció de camino a casa de su madre, donde va a comer todos los días, y conversamos un rato de asuntos prácticos. Se encarga de mis pagos. Me pregunta si ya llegó el recibo del agua y queda de pasar por mi casa más tarde. No lo hace. Lo sabré más tarde por un mensaje suyo. Netflix queda pendiente porque se me va el resto de la tarde y parte de la noche en dos textos: uno sobre la arrogancia de los críticos a propósito de En agosto nos vemos y otro para responder los insultos de un petrista. Voy a la cocina por más café y un huevo. Aparece un asunto con otra editorial. Me enviaron un formato para elaborar dos cuentas de cobro y se me olvidó. Volvieron a escribirme y me puse a la tarea. Las envié y dijeron que no. Que el pago estaba incluido en el adelanto. Y ahora otra persona de la misma editorial me escribe para decirme que siguen esperando las cuentas de cobro. ¿En fin qué? Dejo el asunto para mañana. Converso con Susana, que perdió a su padre el sábado, le envío una broma a mi querida y vieja amiga Ana Beatriz y adelanto un asunto sagrado con Piedad. La negra Eufemia cumple años la semana entrante. ¿Qué voy a hacer? La madre de Alejandra cumple el mismo día, pero ya no tengo velas en ese entierro. Lamento que tampoco en el de Tana, otra del mismo día. Uno de los espectáculos más bellos de mi vida. Me duermo viendo un documental sobre una pintura de Da Vinci, un descubrimiento reciente. El televisor se enciende y se apaga solo una y otra vez y en la madrugada lo descubro debajo de mí. Ha contribuido a la zozobra del robo del camión.

No es el único percance. Tengo otra vez la más horrible de las pesadillas: soy profesor. Y termino haciendo lo que se me da la gana. He repartido pizza y cerveza entre los estudiantes. La rectoría se incomoda. Recogemos cajas y botellas para borrar los rastros del banquete. No se trata en realidad de un banquete sino de una humilde comida. Pero los muchachos la han pasado bien y eso me alegra. Creo que las evidencias terminan en el camión. Voy de delito en delito. Hace un momento recordaba más cosas del camión y no sabía nada del banquete. Busco un sitio para dejar el camión. Todos los alumnos se han ido. En algún momento saltaban como cabras. ¿ A dónde han ido? Tienen sus asuntos. Sus cuentos propios. Necesito saber qué tan complica es la situación. Qué posibilidades tengo. ¿Cómo me metí en este lío? No puedo precisar los detalles del robo. Estoy preocupado por algo más que el camión. Tiro hilos de la madeja de los sueños como si fuesen los cables de la Explorer. ¿Habrá una explosión? Se ve todo tan tranquilo pero nunca se sabe. La ciudad se parece a Montevideo. Estaciono el camión en una calle tranquila y más tarde me acerco en una moto. Veo policías por todas partes. Unos doce, por lo menos. Empujan el camión como si fuese un juguete. Tengo el casco y lentes oscuros. Paso desapercibido. Me alejo. Necesito un teléfono público para advertirle a René que no me llame. Como todo bandido, voy a desaparecer mientras se calman las cosas.

Los gatos se impacientan. Son más de las cuatro de la mañana y estoy escribiendo con el índice derecho en el celular desde antes de las tres. Voy a darles el desayuno. Netflix sigue pendiente.

15 de marzo de 2024


jueves, 14 de marzo de 2024

Triunfo Arciniegas / Un pobre hombre

 



Triunfo Arciniegas

UN POBRE HOMBRE

¿Quién será Alberto Barrios Méndez, cuya amistad nunca he solicitado? Un pobre diablo seguramente. ¿Por qué razón solicitaría su amistad si ni siquiera sabía que existía? Me dice: “No acepto amistad de uribestias químicamente blenorragias coprógrafos asquerosos”. Me pregunto si habrá vivido conmigo para hablarme con tanta confianza o si tal vez quiere vivir conmigo. Nos pasaríamos el tiempo discutiendo maricadas. No soy uribista ni bestia ni mucho menos uribestia. Tampoco creo que los seguidores de Uribe sean todos brutos ni los seguidores de Petro unos benditos iluminados. No entiendo eso de “blenorragias”. Los insultos han alcanzado un grado de sofisticación que se requiere el continuo uso del diccionario. ¿Químicamente será cierto grado del insulto? ¿Qué tan alto o qué porcentaje? Se queda uno con la duda. ¿Coprógrafos? ¿De qué mierda habla el señor? Dicen que de la abundancia del corazón habla la boca.

El país, barco a la deriva, se va al abismo, y el tal Alberto Barrios diciendo estas pendejadas. Se le nota el pataleo del desesperado. Del que en el fondo sabe que no tiene la razón. Del que reza para que su mujer no le sea infiel y espera un tiempo prudente en la esquina para que el otro se vaya. Del que se niega a las evidencias más obvias.

Algo debo estar haciendo bien si este pobre hombre se ofendió tanto. Lo único que lamento es que haya echado a perder la oportunidad de hacernos profundamente infelices.

14 de marzo de 2024


Chris Offutt / El secreto está en la síntesis

 

El secreto está en la síntesis

Chris Offutt desarrolla un modo de relato carveriano que se instala en el cruce de la emoción con la sobriedad

JOSÉ MARÍA GUELBENZU27 MAR 2021


Este breve volumen de cuentos no tiene desperdicio. Es también engañoso porque su aspecto hace pensar al lector que es una literatura sencilla, sin complicaciones; sencilla sí es, pero complicaciones las tiene todas. El aspirante a escritor tiende a pensar que esta manera de contar, a base de frases breves y cortantes que casi no dejan tomar aire y con un asunto central ya muy trajinado —la nostalgia del origen, la salida de la tierra natal, la imposibilidad del regreso e incluso el mismo regreso—, no ha de ser muy difícil a poco que uno se ciña con variantes a un cliché mental muy trajinado también.

La reforma a la salud del Gobierno de Petro recibe la última estocada

 

Los senadores José Alfredo Marín, Alirio Barrera, Norma Hurtados, Miguel Pinto Hernández, Lorena Ríos Cuéllar, Honorio Enríquez, Berenica Bedoya y Nadia Blel Scaff, este miércoles.

Los senadores José Alfredo Marín, Alirio Barrera, Norma Hurtados, Miguel Pinto Hernández, Lorena Ríos Cuéllar, Honorio Enríquez, Berenica Bedoya y Nadia Blel Scaff, este miércoles.COMISIÓN SÉPTIMA DEL SENADO


La reforma a la salud del Gobierno de Petro recibe la última estocada

Los ocho senadores de la Comisión Séptima que firmaron la ponencia para hundir el proyecto publican este miércoles un comunicado en el que aseguran que por ningún motivo “cambiarán su voto”



Juan Miguel Hernández Bonilla

Bogotá, 14 de marzo de 2024

La reforma a la salud del Gobierno de Gustavo Petro recibió en la tarde de este miércoles la estocada final. Los ocho senadores de la Comisión Séptima, que conforman una mayoría y que el martes firmaron la ponencia para hundir el proyecto emblema del presidente, publicaron un fuerte comunicado en el que aseguran que por ningún motivo cambiarán el sentido de su voto. Anuncian que ni siquiera apoyarán una ponencia alternativa, con una reforma diferente.

El documento es contundente y no deja lugar a dudas o especulaciones: “No retiraremos las firmas de la ponencia negativa, no cambiaremos nuestro voto en contra de una reforma que es inconveniente y le falta claridad respecto de los recursos, es insostenible (...) de igual manera no apoyaremos una reforma alternativa a la salud”. Si los ocho senadores cumplen su palabra, el Gobierno no tiene otra alternativa que retirar el proyecto de ley, esperar a que se hunda en una próxima votación o ver cómo sencillamente se le acaba el tiempo sin que se vote. Las cuentas son sencillas: en la comisión hay 14 senadores, si ocho votan negativo, como insisten en la carta, la reforma se cae.

El documento está firmado por Norma Hurtado, del Partido de la U; Lorena Ríos Cuéllar, de Colombia Justa Libres; Honorio Henríquez y Alirio Barrera, del Centro democrático; Nadia Blel Scaff y José Alfredo Marín, del Partido Conservador; Miguel Ángel Pinto, del Partido Liberal; y Berenice Bedoya de ASI. Los senadores de centro y de la derecha solicitan que se convoque “en el menor tiempo posible a sesión de la Comisión con el fin de anunciar y dar debate al proyecto de Reforma a la Salud presentado por el Gobierno”.

La encargada de citar de nuevo al debate es la senadora del oficialista Pacto Histórico Martha Peralta, presidenta de la Comisión y ponente de la reforma a la salud. Al momento de la publicación de la carta, Peralta estaba reunida en el palacio presidencial, la Casa de Nariño, con el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, y otros congresistas afines al Gobierno, para definir una estrategia que le diera aire a la reforma. La opción que habían contemplado era la de construir una ponencia alternativa, con concesiones importantes frente a la propuesta del Gobierno. La idea era que la presentara el senador Fabián Díaz, del Partido Verde, y el único miembro de la Comisión que no ha firmado ni la ponencia oficialista ni la de archivo, y por eso puede presentar otra. En diálogo con varios medios nacionales, afirmó que en los próximos días radicaría la propuesta alternativa. Sin embargo, la carta presentada por los ocho congresistas cierra la puerta a esa opción.

Además de los ocho votos seguros contra la reforma, la senadora Ana Paola Agudelo del partido cristiano Mira también manifestó que no apoya el proyecto. “El partido Mira informa a los colombianos que sumará su apoyo para que la actual ponencia de la Reforma a la Salud sea archivada por la Comisión VII del Senado. Sin embargo, esto no soluciona la crisis del sistema”, se lee en un comunicado de prensa de este miércoles. Con ella, serían 9 senadores que quieren el archivo contra 4 que quieren que se apruebe (o 5, si se cuenta a Díaz).


Este panorama virtualmente anula las posibilidades para que el Gobierno salve la reforma a la que le ha invertido más tiempo y atención. El presidente Petro está en una encrucijada difícil de resolver. Este martes, cuando se enteró de que ocho senadores habían firmado la ponencia de archivo, defendió su iniciativa y atacó al Legislativo. “Para nada vamos a retirarla”, dijo en una rueda de prensa. “El Congreso sabe cuál es la consecuencia de hundirla. El sistema actual no es sostenible, punto. La mayoría de las EPS incumplieron las normas y hay billones de pesos en las llamadas reservas técnicas perdidos. Así que el Gobierno entra a actuar. El INRI va a quedar sobre el Congreso, que no fue capaz de hacer una reforma de salud cuando más se necesitaba. Allá él. Pero la reforma a la Salud es absolutamente imprescindible porque hay por lo menos 35 billones de pesos perdidos y este Gobierno no va a dejar perder el dinero público”.

En el transcurso de este miércoles, publicó varios mensajes en X alusivos a la reforma. En uno de ellos, aseguró que los congresistas que están en contra del proyecto reciben financiación para sus campañas de las EPS. “Las EPS durante años se han quedado con billones de pesos del erario. Se han perdido. Nuestros indicadores fundamentales de salud: como la mortalidad materna o la mortalidad infantil son muy malos. Los peores de la OCDE. Hoy los bajos salarios para enfermeras y médicos han hecho que seamos los últimos en la OCDE en su número respecto a nuestra población. Hoy la red pública de hospitales, que cubre a la mayor parte de la población, está destruida. ¿No es hora de la reforma? Congresistas a quienes los intermediarios privados del dinero público le pagan sus campañas, quieren impedir toda reforma, es el pueblo el perjudicado”, escribió el presidente.

Al momento de la publicación de este artículo, ninguno de los asistentes a la reunión en el Palacio de Nariño había explicado las conclusiones del encuentro.

EL PAÍS





miércoles, 13 de marzo de 2024

Triunfo Arciniegas / Las ciudades y el mar

 


Triunfo Arciniegas

LAS CIUDADES Y EL MAR

13 de marzo de 2024


Sucedió después de alimentar a los gatos. Me despiertan entre las tres y cuatro de la madrugada, más cerca de las tres que de las cuatro. No maúllan. Permanecen mirándome con fijeza, como estatuas, sin un solo parpadeo. Si no consiguen despertarme, Mío estira una pata y me toca. O hace cierto ruido, un leve y sordo gruñido. Despierto y veo esos ojos intensamente abiertos. No tengo opción.

Bajé a darles comida y volví a la cama. Estaba decidiéndome entre una nueva lectura de En agosto nos vemos o comenzar una serie de Netflix. Pensé en dejar pasar un día más antes de confirmar una sospecha con una cuarta lectura de la novela y encendí el televisor. Me dormí antes de encontrar la serie.

Me habían invitado a una mesa redonda pero no tenía claro el tema. Le pedí el programa a alguien y vi que debía hablar sobre las ciudades y el mar. Había acudido al evento con tres acompañantes: una pareja amiga y una mujer que había sido mi novia, alta y morena, una mujer muy bella y difícil. Era como si de un sueño hubiese pasado a otro. Uno del que me habían mandado muy bien vestido. 

Alababan mi pinta pero tenía la certeza de que me habían vestido así. Ni siquiera había pagado por los trapos. Además, estaba pensando en mi discurso y cómo salir del paso sin tanta vergüenza. Por suerte, éramos muchos los invitados y las intervenciones serían muy cortas. Una de las invitadas, que se me hacía muy conocida, rubia y pequeña, me trató con cierta familiaridad y terminamos juntos en la mesa.

Me desperté pero regresé de inmediato. Ya he pasado antes por estos sueños intermitentes. La “mesa” había cambiado. Ya no estábamos frente al público sino a uno y otro lado de una larga mesa, sin que importara que la mitad de los invitados le diera la espalda al público. Ya tenía una estategia para mi participación. Enfrentaría las palabras ciudad y mar o ciudad y agua, a la manera del binomio mágico de Gianni Rodaría: ciudad sin agua o ciudad inundada, ciudades en el mar o ciudades en el desierto, hombres de ciudad y hombres de mar. Algo así. La rubia, que ahora lucía un nuevo y atrevido atuendo, casi un traje de baño con algunas cintas, se paseó sonriendo a mi alrededor. Otra mujer me hacía compañía, una tal Mariana. Me enseñaba su ombligo y algo más abajo para demostrarme que estaba muy delgada. Me abrazaba como si fuéramos viejos amigos. No estaba para nada preocupado por la antigua novia que me esperaba en el público. Ya a punto de iniciar el acto, me acomodé entre Mariana y la rubia. Me sentía bien a pesar de lo poco preparado que había llegado. Desperté.

Cuando volví al sueño estábamos comiendo. Todo había salido perfecto y nos sentíamos felices. Parecía que estuviésemos en un gran banquete pero, en realidad, sólo consumíamos gelatina. Temblorosos, coloridos y brillantes trozos de gelatina. Todos los invitados teníamos una pequeña lámpara al lado. Alguna falló y acudía a repararla de inmediato. De un momento a otro tenía frente a mí una hilera de personas con sus lámparas desajustadas. Me habían convertido en un experto en lámparas.

Raquel Graciela Fernández / No era tan fácil

 



Raquel Graciela Fernández

NO ERA TAN FÁCIL

 

No era tan fácil ser mujer

como decían

los libros de lectura.

No bastaba con amar,

mimar,

amasar.

Tener un delantalito con volados,

siempre la cintura de los veinte,

nunca un pelo fuera de lugar.

No era tan fácil,

tan plano,

tan vacuo.

Figurita repetida

en todas las cocinas.

Sonrisa atornillada.

Jamás sola,

jamás cansada,

jamás borracha.

 

No era tan fácil ser mujer

como decían

los libros de lectura.

No todo era limpio,

y brillante,

y empalagosamente alegre.

Había que contar

con talismanes más rotundos

que el palo de amasar

y el delantalito

para intentar ser feliz:

un libro,

un puño alzado,

una copa de vino.

 

A veces me pregunto

si se habrán extinguido

las mujercitas

de los libros de lectura de mi infancia

o seguirán amando,

mimando,

amasando,

en un Parque Jurásico

frívolo y reluciente.

 

No era tan fácil ser mujer

como decían los libros de lectura:

era más duro.


Era mejor.




martes, 12 de marzo de 2024

Acá Gardner y Anjelica Huston

 

Anjelica Huston
Foto de Mark Maínz

Ava Gardner / Anjelica Huston

JOYAS

En 1987, Ava Gardner accedió a hacer sus recuerdos, ¡algo inimaginable! Viviendo en confinamiento después de un derrame cerebral, una caída, luchando contra problemas respiratorios y Lupus, más tarde se justificó diciendo: "Yo hago el libro o vendo las joyas, y soy demasiado sentimental con las joyas. ".

Hasta el 25 de octubre de 1989, exactamente tres meses antes de que muriera, la situación de Ava la llevó a vender parte de sus joyas a través de Sotheby's.

Así que esa Navidad, el último cumpleaños de Ava, Angelica Huston acababa de filmar a los espectaculares The Grifters mientras vivía la pesadilla más grande de su vida pública. Jack Nicholson, su entonces compañero durante casi dos décadas, había embarazado a una joven actriz en ciernes y el escándalo se convirtió en un torbellino mediático.

Anjelica se retiró dentro, y contó sus recuerdos:

"En Navidad me dejaron un paquete de Mulholland Drive. Lo llevé a la granja y esperé hasta que el día de Navidad terminara para abrirlo solo en mi habitación. Fue un extraordinario brazalete de perlas y diamantes que Frank Sinatra una vez le dio a Ava Gardner. La tarjeta decía que esperaba que no fuera demasiado pretencioso, 'Algunas perlas de tu cerdo. Te deseo el más feliz fin de año. Disfrútalo, Jack. Acabo de quedar devastado. ”

En 2014, fue el turno de Anjelica para subastar sus cosas, pero ella no incluyó dicho brazalete en la venta. 


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Pedro Lemebel / La crónica

 

Pedro Lemebel


Pedro Lemebel

LA CRÓNICA


"Soy un poco antificción, porque aunque la escritura sea un trabajo simbólico, necesito que lo que escribo haya pasado por este cuerpecito de alguna manera. Empecé escribiendo cuentos y me fue muy bien. Pero en algún momento sentí que se vivía una situación tremenda en mi país. Había un horror que estaba tapado por el esplendor económico de esos años, entre 1980 y 1986. Nos íbamos a Brasil y comprábamos de todo, era el “deme dos” que ustedes también vivieron. Me di cuenta de que no podía escribir cuentos cuando la realidad estaba quemando mi acontecer. Por eso me dediqué a la crónica, que me quedó como anillo al dedo".

lunes, 11 de marzo de 2024

Salomón Kalmanovitz / Soy judío y no puedo defender a Israel



Soy judío y no puedo defender a Israel

Salomón Kalmanovitz
10 de marzo de 2024

Solía defender la existencia de una patria para los judíos en coexistencia con una nación palestina, como fuera acordado por las Naciones Unidas en 1948. El Holocausto de la población judía europea perpetrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial fue la justificación para que el nuevo Estado lograra el reconocimiento y el apoyo internacional. Posteriormente, el intenso desarrollo económico y militar israelí frente a la debilidad de Palestina ha llevado al estrechamiento de sus territorios ancestrales, ocupados crecientemente por colonos judíos de inclinación radical que han migrado de Estados Unidos y de otros países. Hoy en Israel, la política local es dirigida por partidos de derecha y de militantes religiosos que pretenden expulsar de su tierra a los palestinos. Su meta es una patria excluyente para los que no pertenecen al pueblo elegido.

Ese es el propósito de la guerra desplegada por las Fuerzas de Defensa Israelíes contra la población civil de Gaza, que nada tiene que ver con el grupo islámico radical de Hamás. Los ataques llevados a cabo por esta organización terrorista y que cobraron la vida de unos 1.200 ciudadanos de Israel y el secuestro de otros 240 sirvieron de pretexto para la política de desplazamiento y atrición de la derecha que controla el gobierno contra un millón y medio de civiles que han vivido los horrores no solo de los bombardeos, sino de la perspectiva de no futuro que se cierne sobre ellos. La consecuencia es que muchos jóvenes palestinos ambicionarán la venganza contra los que han desatado su tragedia colectiva y eso significa el fortalecimiento de grupos armados como Hamás y la Yihad Islámica.

Se están sembrando vientos que se tornarán en tormentas que pueden frustrar el futuro brillante que parecía construirse en Israel, mediante la educación, la ciencia y la tecnología que impulsaron los fundadores del Estado judío. Ahora los dirigentes son políticos corruptos como Benjamín Netanyahu y religiosos mesiánicos que están convencidos de que la tierra prometida es solo para ellos y que Adonaí Ehad, el único, dios todopoderoso, los protege y aprueba la barbarie que ejercen sobre el prójimo palestino. El historiador y político israelí Shlomo Ben Ami afirma en Profetas sin honor (2023) que “el sionismo nació como una ruptura con el pasado judío, pero, para la derecha ideológica, el Estado de Israel es la culminación mesiánica de la historia judía y Judea y Samaria son un imperio espiritual, una religión sustituta, no un proyecto político”. Consideran a Israel como un milagro divino, resultado de la transformación del judío errante en ciudadano armado y conquistador.

Por las razones anteriores, no puedo defender las acciones bélicas de Israel contra los civiles. ¿Cómo no reprobar los bombardeos de artillería pesada contra miles de edificios que contenían estrechos apartamentos albergando familias numerosas que sobrevivían difícilmente de las oportunidades que los israelíes les permitían adelantar? Destruidas sus fuentes de empleo, despedazadas sus viviendas, los palestinos son conducidos al norte de Gaza donde no caben, después al sur, sin encontrar refugio y entran a depender de la ayuda internacional que las Fuerzas de Defensa Israelíes inspeccionan cuidadosamente antes de dejarla pasar y repartir, sin lograr conjurar el hambre que se abate sobre ellos ni garantizar el suministro de agua potable que requieren para sobrevivir.

Se necesita un convoy de unos cinco mil camiones diarios que lleven los alimentos y el agua a la población inerme, y en muchos días no alcanzan a pasar 500. Esto ha repercutido en la muerte de miles de niños y ancianos que no resisten las deplorables condiciones impuestas sobre ellas. El Ministerio de Salud palestino, que se dice estar controlado por Hamás, pero que ofrece cifras relativamente confiables según la cadena CNN, informa de más de 30.000 muertos palestinos, muchos de ellos niños, desde el 7 de octubre pasado, día de la fatídica incursión de Hamás. Esto multiplica por 25 la ley del talión que reza así: ojo por ojo, diente por diente, pie por pie.


EL ESPECTADOR



https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/salomon-kalmanovitz/soy-judio-y-no-puedo-defender-a-israel/

sábado, 9 de marzo de 2024

Triunfo Arciniegas / El placer de leer



Triunfo Arciniegas

EL PLACER DE LEER

Toda la vida he leído con devoción a tres genios: Shakespeare, Proust y García Márquez. A los dos primeros, en traducciones y con numerosas notas, con pies de página, con mapas de navegación, por decirlo de alguna manera. A García Márquez sin traductor, sin notas, en su lengua original. ¿No es un privilegio? 

Fui un lector furibundo de Neruda. Y luego caí en el hechizo de Hemingway en plena adolescencia. Tuve la suerte de comprar a los trece o catorce años los cuentos de Hemingway, en una papelería de Pamplona que ya no existe. El hechizo fue fulminante. La obra y la vida de Hemingway me envolvieron. Pocos escritores han vivido con tanta intensidad. Quise aprender inglés sólo para leerlo. Lo he conseguido a medias.

Leí siete veces Madame Bovary. Hemingway y Flaubert son mis maestros. Lamento excluir de esta lista a Joyce y Faulkner. La culpa es mía, por supuesto. De Joyce prefiero un libro absolutamente maravilloso, Dublinenses, traducido por Cabrera Infante. No puedo con Ulises. Tampoco con la potencia verbal de Faulkner. Después de tres o cuatro intentos, no he podido con El ruido y la furia. Reconozco mi torpeza. Sin embargo, adoro dos libros suyos: Mientras agonizo y Luz de agosto.

A Shakespeare lo leo desde los dieciocho y todavía no acabo. Quedé atrapado desde que compré un grueso libro suyo en una calle de Bucaramanga. Es el escritor mayor, para mí, por encima de Cervantes y de cualquier otro. Si me obligaran a quedarme con uno solo, sería Shakespeare: la prodigiosa galería de personajes, las tramas, el drama. Todo es grandioso en Shakespeare. De sus obras, Macbeth es mi favorita.

Con Proust la cosa ha sido lenta. Se me fueron casi veinte años para reunir los siete libros. Asuntos de pobreza, por supuesto. Ahora tengo cuatro ediciones distintas. He leído cuatro o cinco veces Un amor de Swann, el mayor tratado de los celos que conozco, y el resto de la obra a pedazos. No tengo las herramientas de Alvaro Mutis, que se leyó en francés y de principio a fin En busca del tiempo perdido y, como si fuera poco, de cuando en cuando hizo sus festivales de Proust. A Vargas Llosa, ferviente admirador de Flaubert, le quedó grande. Proust tampoco fue uno de los escritores favoritos de García Márquez. No importa. Nabokov detestaba a Cervantes y André Gide rechazó a Proust. Todo mundo se equivoca, hasta los más grandes.

Leí por primera vez Cien años de soledad a los doce años. No entendí nada pero quedé absolutamente fascinado. Creo que he leído unas nueve veces esta novela. Y más veces El Coronel no tiene quien le escriba. Me deslumbra la arquitectura de Crónica de una muerte anunciada y creo que El amor en los tiempos del cólera es un libro grandioso. El cuentista García Márquez no se queda atrás, con obras maestras como El ahogado más hermoso del mundo o Rastro de tu sangre en la nieve. Nunca renegué de la obra del maestro ni cometí la torpeza de desearle la muerte anticipada, como hicieron los jóvenes que requieren matar al padre. Por la obra de García Márquez, mi profunda admiración y el mayor agradecimiento, ahora y siempre. Jamás pude decírselo en persona.

García Márquez es el más grande de nuestro tiempo, un genio, y en español sólo puede compararse con Cervantes, Borges o Rulfo.

La mía es una opinión y, por lo tanto, personal. Soy un lector. Lo he sido toda la vida. Un lector de literatura, sobre todo. Mi ignorancia es inmensa y profunda, pero de literatura algo sé. Tengo una biblioteca de más de doce mil volúmenes. Es mi único tesoro. La empecé de niño. En el jardín de su casa, la abuela estiró hacia mí la mano con un libro de oraciones  diciendo: “Tome, mijo, para cuando aprenda a leer”.

Opiniones, al fin y al cabo. Cada lector tiene sus gustos, sus debilidades, es decir, sus autores. O sus deficiencias: podemos con unos autores y con otros no. Lo bonito es que leamos. Leer nunca hace daño. Pintar o escuchar música menos. Los lectores pertenecemos a la parte bella de la vida.

Y la vida exige una pasión, como dijo Borges. La mía son los libros, con numerosas etapas o rostros. Unos pocos efímeros, casi todos eternos. Raymond Carver, por ejemplo, mucho más que el propio Chejov. Ojalá no sea una blasfemia. Y el otro Raymond, el grandioso Chandler, y sus siete novelas. 

Borges es otro capítulo. Borges y Cortázar, por supuesto. El poderoso capítulo argentino, ahora perfeccionado con Mariana Enríquez y la Schweblin. Los ingleses serían otro capítulo. Y sobre todo los irlandeses. ¿Y los rusos? Dostoievski, Tólstoi y Chejov. ¿Y los alemanes? ¿Y los austriacos? ¿Y los japoneses?Y la singular literatura polaca?

Patricia Highsmith, Ray Bradbury, Graham Green, Charles Bukowski, Alberto Moravia, Rubem Fonseca, Juan Rulfo, Onetti, Kafka. Cada uno es un capítulo, un universo. Y los poetas: Neruda, Vallejo, Pizarnik, Kavafis, Szymborska, sólo por mencionar unos pocos. Y las otras lecturas: Oliver Sacks, Thomas Lynch, Alfredo Molano. Y las memorias. Los diarios. Las biografías.

En fin, la historia interminable.


(Texto en proceso)


6 de marzo de 2024

viernes, 8 de marzo de 2024

Rupert Murdoch anuncia su quinta boda: se casa a los 92 años con Elena Zhukova, de 6

 

Rupert Murdoch el 22 de junio de 2023.VICTORIA JONES - PA IMAGES


Rupert Murdoch anuncia su quinta boda: se casa a los 92 años con Elena Zhukova, de 67

El magnate y la bióloga molecular se conocieron el pasado verano y tienen previsto celebrar su enlace el próximo junio, en la lujosa finca con viñedos que el empresario posee en California


8 de marzo de 2024

miércoles, 6 de marzo de 2024

John Cázales y Meryl Streep / Amor hasta el último suspiro

 

JOHN Y MERYL: AMOR HASTA EL ÚLTIMO SUSPIRO

En una sala de hospital una mujer intenta sonreír, acomoda las sábanas y con infinito amor cuida al hombre que agoniza en una cama. A él ya casi no le quedan fuerzas, excepto para mirarla. Lo mira, se miran, no hablan. Sienten -saben- que no es necesario profanar con palabras esos instantes donde se dice todo sin decir nada.

El hombre que agoniza en una cama es un actor exquisito, un feo seductor, amigo de Al Pacino y Robert De Niro. Su ficha de ingreso indica que su nombre es John Cazale, que tiene 42 años y padece un cáncer demoledor. La mujer que lo acompaña no cumplió todavía los 30 y es actriz. Ella no sabe si algún día será famosa, lo que sí sabe es que el hombre que ama se está muriendo y no puede evitarlo. Las enfermeras conocen su nombre es Meryl… Meryl Streep.

Antes que John fuera un enfermo terminal y Meryl su enfermera incondicional ambos fueron cómplices, pareja, amados y amantes. Cazale era un actor único con un extraño récord: nunca participó en una mala película, las cinco donde actuó obtuvieron entre todas más de 40 nominaciones, desde el Oscar hasta los Globos de Oro.  Encarnó a Fredo, el hermano más débil de la familia Corleone, en El Padrino, también estuvo en La conversación y Tarde de perros. Los que lo contrataban sabían que no lo distinguía la pinta de un Robert Redford o un Clint Eastwood. Al contrario era poco agraciado con ojos saltones, una calvicia incipiente y una contextura delgada en el límite con lo debilucho y sin embargo era magnético, atractivo. Un tipo que pasaba desapercibido por su apariencia pero arrasaba por personalidad y talento. Esa clase de seres que parece que andan por la vida sin que nadie note su existencia hasta que, luego del primer cara a cara, uno ya no se imagina la vida sin ellos.

John y Meryl se cruzaron por primera vez en un escenario cuando protagonizaron la adaptación teatral de Shakespeare Medida por medida. Poco importaron los 15 años de diferencia. El flechazo fue mutuo e intenso. Él la describió a su amigo Al Pacino con el mejor piropo que un actor puede decir de otro: "Conocí a la mejor artista de la historia y trabajo con ella". Pacino no supo si su amigo era un exagerado -años después comprobaría que no- pero si reconoció que estaba enamorado.

Ella sentía que nunca había conocido una persona como él. "Podía transformar algo sin sentido en otra cosa de mayor significado. Tenía humanidad y curiosidad por aprender más de la gente. Era muy compasivo". Enamorados, felices se fueron a vivir juntos a un departamento en Nueva York. Amaban el teatro y las buenas películas tanto como despreciaban a la televisión y la falta de talento. Pasaban horas hablando de escenas y riendo a carcajadas. Pronto Cazale dejó de ser el gran juerguista, bebedor y mujeriego que conocían todos para transformarse en alguien monógamo pero mucho más alegre. En el trabajo, Cazale ya era un actor consolidado en papeles secundarios y por eso imprescindible para los grandes directores; Streep comenzaba su carrera. La vida, los sueños, el presente y el futuro, todo parecía que sería de ellos.

Pero la realidad decidió noquearlos. Antes de empezar el rodaje de El cazador, en la que ambos aparecían junto a Robert de Niro y Christoher Walken, Cazale empezó a escupir sangre. Preocupados, con Meryl decidieron consultar un médico. Estudios, más estudios y rostros que presagiaban que algo andaba mal. Lo que se intuía malo resultó peor; el diagnóstico confirmó: cáncer y una esperanza de vida de solo tres meses. La pareja quedó muda. Pero Meryl sabía que no era momento para derrumbarse y luego de unos instantes le preguntó a su pareja dónde irían a cenar esa noche. Y así fue, se unieron más que nunca. Reservados compartieron con muy pocas personas el diagnóstico, convencidos de que si la muerte quería derrotarlos al menos le darían pelea.

Pese a la desconfianza de los productores que pensaban que no llegaría vivo a terminar la película, Cazale comenzó a filmar El cazador. Muchos años después Streep contó que, ante la reticencia de los ejecutivos por contratarlo, el mismo Robert de Niro pagó el sueldo del actor de su bolsillo. Además ambos convencieron a los productores para que un ya débil Cazale filmara primero sus escenas.

Pero el cáncer no se detuvo ni ante proyectos ni amigos. La salud del actor empeoraba tan rápido como aumentaban los costos por su tratamiento. Para afrontarlos y pese a que siempre había detestado el trabajo en la televisión, Streep aceptó un papel en la serie Holocausto. Algunas escenas se rodaban en Europa y debió viajar, pero dejó dos cuidadores de lujo: Al Pacino para acompañar en las sesiones de quimio y De Niro que se encargaba de todo el papelerío burocrático.

Streep amaba a ese hombre que se apagaba. La sobrevida de tres meses se transformó en dos años. Fuerte por fuera y destrozada por dentro,no dejó un minuto de cuidarlo. Su entrega era tan conmovedora que impactaría a Al Pacino para siempre "No he visto casi nadie tan devoto a alguien que está muriendo" y agregaba "Verla en ese acto de amor por ese hombre fue inconsolable. Lo más sorprendente era ver como estuvo a su lado, durante toda la enfermedad. Cuando vi a esa chica allí con él pensé que eso es lo importante para mí. Por muy buena que sea en su trabajo, lo que veo cuando pienso en ella es ese momento, eso es lo que recuerdo".

Poco y nada se sabe por boca de la actriz de cómo transitó esos años de agonía. Alguna vez le escribió a Bobby Lewis, su profesor de teatro: "Mi novio está enfermo, yo trato de no flaquear pero estoy preocupada todo el tiempo" y confesaba "intento mostrarme alegre todo el tiempo, lo cual se convirtió en el trabajo más física y psicológicamente extenuante que hice en mi vida".

Pese a todo el amor, los esfuerzos y los tratamientos, la enfermedad ganó. Cazale murió el 12 de marzo de 1978. No estaba solo, Meryl se encontraba a su lado. Dicen que cuando comprendió que se acercaba el final, lo abrazó llorando. Por un momento muy breve él abrió los ojos: "Está bien, Meryl. Está todo bien…". Su dolor fue tan infinito que nunca más pisó el departamento que compartieron. Mandó a buscar sus cosas y se mudó al estudio de un amigo escultor que estaba de vacaciones. Ese hombre Don Gummer, tiempo después, se convertiría en su esposo y padre de sus hijos. La 

La carrera de Meryl siguió y nunca más se detuvo. Hizo papeles de mujeres fuertes y débiles, amadas y odiadas, maltratadas y adoradas. Cada vez que su rostro aparece, la pantalla se ilumina. Camaleónica brilla tanto en un musical como en un drama, una comedia, una película fantástica o política.

Vaya a saber, si en alguna noche tranquila, cuando contempla tantos premios recibidos por tantas actuaciones, no recuerda su mejor papel: cuando una joven mujer ocultó su dolor en una sonrisa para acompañar la agonía del hombre que amaba.

Fuente: www.infobae.com



martes, 5 de marzo de 2024

La saga de los escritores boxeadores

 

Ernest Hemingway


La saga de los escritores boxeadores


La literatura es boxeo. En la teoría de José Luis Alvite, literatura y boxeo solo son dos maneras distintas de escupir. No se trata, en el fondo, más que de un combate en situaciones adversas, en el que intentas mandar a la lona a tu rival y este te devuelve los golpes. Nunca reculas, boxeas con la cara. Porque la cara, o tu estilo, siempre revelan lo que eres. Esta es una verdad que no necesita demostración. La certidumbre de que la literatura es boxeo se impone con tanta fuerza que no solo ha permitido convertir el boxeo en un material literario de primera, con el que han experimentado los autores más grandes, sino que ha dado pie a la saga de los escritores boxeadores. No se trata de una tribu menor. Podría competir con cualquier otra saga, si exceptuamos tal vez la de los escritores suicidas y la de los alcohólicos. Probablemente, nadie lo vio tan claro como Budd Schulberg, que advirtió desde joven que escribir es proyectar golpes en la oscuridad que vienen de vuelta. Si acaso Rocky Marciano, que en los años en que su carrera ya declinaba, le propuso a Schulberg crear la organización «Fighthers and Writers». Nunca se materializó, pero la idea evidenciaba la afinidad entre púgiles y literatos.

Enoch Soames / La maldita posteridad

Enoch soames
Retrato de Enoch Soames, de Lautaro Fiszma.

Maldita posteridad



Juan Tallón
20 de noviembre de 2019


Enoch Soames era un poeta que soñaba con ser un genio, un ídolo, al que el tiempo nunca pasase por encima, olvidándolo. Pero fracasó. El futuro lo engulló. Al cabo del tiempo solo resultó un ser ridículo, al que nadie recordaba, salvo apenas el narrador del cuento titulado «Enoch Soames», obra del escritor británico Max Beerbohm (1872-1956), y que BorgesSilvina Ocampo y Bioy Casares incluyeron en su Antología de la literatura fantástica.

Max Beebohm, 1908


Ese narrador conoció a Enoch Soames a finales del siglo XIX, en el Café Royal de Oxford. Supo entonces que era autor de un libro. Y pronto publicaría otro. «Mis poemas», precisó Soames, que no había pensado en darle título. Dudaba si era realmente necesario. «Si un libro es bueno…», empezó a formular, agitando el cigarrillo. «Por supuesto, llevará mi nombre en la tapa», aclaró. 

Cuando al fin los poemas se publicaron, el narrador, que si no amigo se había hecho buen conocido de Enoch, tuvo la «vaga sospecha» de que eran buenos. Al buscar las críticas en los diarios, sin embargo, estas se dividían en dos clases, aquellas que decían muy poco, y las que no decían nada. En la siguiente ocasión que se cruzó con Soames, solo fue capaz de decirle, con cierta torpeza, que esperaba que el libro se vendiera bien. «Me miró sobre su vaso de ajenjo y me preguntó si había comprado un ejemplar. Su editor le dijo que había vendido tres», escribe el narrador. Para restar gravedad a la cifra, que a primera vista parecía exigua, Soames señaló que él no era un comerciante, sino un poeta. Los poetas no jugaban a los números. En ese extremo, el narrador se mostró de acuerdo, y coincidieron en que los artistas que dan al mundo cosas verdaderamente nuevas y grandes están condenados a una larga espera, antes de que se les reconozca su mérito. «El acto mismo de esperar es la recompensa del poeta», afirmó Soames. 

Hubo un tercer libro. Nadie habló de él. El narrador tuvo la intención de comprarlo, pero se olvidó. Cuando vio a Soames, tuvo la sensación de que era un ser afantasmado, que sin embargo creía en la grandeza de su obra, aunque nadie hablase de ella. El fracaso, cuando era un fracaso total, llano y sin barniz, siempre tenía alguna dignidad, en su teoría. Y, de cualquier modo, «el hombre que no ha perdido su vanidad», y ese era el caso de Soames, «no fracasa totalmente».

Pero entonces, llegó la primera semana de junio de 1897. Ese día el narrador acudió a almorzar al restaurante Vingtième. Al entrar, encontró dos mesas ocupadas. En una había un hombre alto, vulgar, mefistofélico, que ya se había encontrado antes en el Café Royal, y en la otra, Soames. Se sentó junto a él. Hablaron del fracaso, de la posteridad. En ese contexto, Soames se preguntó qué sería de él dentro de cien años. Sin duda, estaría muerto. Pero. «¡Si entonces pudiera volver a la vida por unas pocas horas e ir a la sala de lectura del Museo Británico y leer! O mejor aún: si pudiera proyectarme, en este momento, a ese porvenir, a esa sala de lectura, esta misma tarde. Por eso me vendería al diablo, en cuerpo y alma. Piense en las páginas y páginas del catálogo: SOAMES, ENOCH, infinitamente, infinitas ediciones, comentarios, prolegómenos, biografías…». 

En ese instante en que Soames soñaba con leer su nombre en las enciclopedias y libros del futuro, alcanzando al fin la posteridad, el hombre misterioso que permanecía en la otra mesa del restaurante pidió permiso para meter cuchara. «Soy el Diablo», se presentó. Fue al grano. ¿Soames quería encontrarse en la sala de lectura del Museo Británico, tal como estará en el atardecer del 3 de junio de 1997? ¿Quería encontrarse en esa sala, junto a las puertas giratorias, en este mismo momento, y quedarse allí hasta que cerrasen? «Parfaitement. Yo lo proyecto, ¡paf!», aseguró el diablo. Soames aceptó. Dispondría de cinco horas para viajar al futuro, comprobar si las enciclopedias del futuro hablarán de él, y regresar, para rendir cuentas de su cuerpo y su alma. «Entonces vendré a recogerlo, Mr. Soames, y me lo llevaré a casa», dijo el Diablo, refiriéndose familiarmente al infierno. 

El narrador nada pudo hacer por disuadir a Soames de hacer aquel viaje. Lo hizo. A su regreso, Enoch le contó al narrador que consultó el Diccionario biográfico y algunas enciclopedias. Preguntó cuál era el mejor libro moderno sobre la literatura de fines del siglo XIX. Se lo trajeron. «Mi nombre no figuraba en el índice…». Al poco, apareció el Diablo. «Deploro —dijo implacablemente— disolver esta amena reunión, pero…».

JOT DOWN