domingo, 12 de abril de 2015

Juego de tronos / Emilia Clarke, Madre de Dragones

Emilia Clarke, Madre de Dragones
Ilustración de Catherine

Emilia Clarke, Madre de Dragones

Así es ‘khaleesi’ cuando se quita la peluca rubia


Fuera de Juego de tronos cuesta identificar a la actriz británica. La madre de dragones de la exitosa serie va a serlo también de John Connor en Terminator: génesis.

Hace apenas cinco años Emilia Clarke era solo una camarera con sueños de actriz. Había acabado sus estudios de interpretación en el Drama Centre de Londres, su ciudad natal, y ganaba lo justo para pagar el alquiler mientras esperaba una oportunidad que en la mayoría de los casos nunca llega. Su gran papel. A Clarke, que ahora tiene 28 años, esa oportunidad se le apareció en forma de dragón; de tres dragones para ser exactos:Viserion, Rhaegal y Drogon. Estas criaturas de fuego son los hijos de la khaleesi en Juego de tronos (cuya quinta temporada se estrena el día 13 en Canal +), la serie que la hecho mundialmente famosa. Ella interpreta al personaje más atractivo de la saga, el de Daenerys Targaryen, la belleza rubia platino que quiere conquistar Poniente, ese imperio nacido en la mente de George R. R. Martin que tanto obsesiona a los espectadores.
Ironía de ironías: de lo que más disfruta esta rubia imponente en la pantalla –que en realidad es una morena menuda de cejas amplias– es de su anonimato, de que nadie la reconozca sin la peluca de Daenerys. Emilia es la antítesis de cualquier estrella. «No suele ser habitual que la gente me reconozca. Alguna vez pasa, pero es muy raro. Me pillaron el otro día en el gimnasio, y da un poco de vergüenza, para qué te voy a engañar... Mi sueño es pasar desapercibida», comenta con sinceridad, incluso algo sonrojada.

Lo paradójico es que está desarrollando una carrera totalmente opuesta a ese deseo de anonimato. En Juego de tronos sigue afianzando su figura de reina, gracias a los baños de sangre que deja a su paso. «Yo tengo mi propia teoría: que es ella la que va a acabar sentada en el trono de hierro, con el poder del rey de los siete reinos. Eso sí, con Jon Snow a su lado como consejero, por supuesto», aventura con humor de su compañero de reparto –y a veces supuesto amante, según los rumores– Kit Harrington. El actor británico, que da vida al bastardo Snow, también ha bromeado alguna vez con esta teoría sobre el final –todavía por escribir– de la saga.
Un año de estrenos. Ella no se imagina una vida sin la familia que le ha dado esta popular serie, pero se está labrando –con éxito– una carrera lejos de su personaje de madre de dragones. En 2013 protagonizó Dom Hemingway con Jude Law. Ese mismo año interpretó en Broadway a la mismísima Holly Golightly, la protagonista de Desayuno con diamantes inmortalizada en el cine por Audrey Hepburn. Ha prestado su voz a personajes de Futurama y tiene pendientes de fecha de estreno Voice from the Stone, una de miedo dirigida por Eric Howell, Me before You, basada en el superventas de Jojo Myers, y Terminator: génesis.
Esta última película, que llegará a los cines el 10 de julio, es la secuela, precuela y relanzamiento de la popular franquicia que convirtió en una estrella a Arnold Schwarzenegger. En ella encarna a Sarah Connor –la madre del futuro líder de la resistencia humana John Connor–, una mujer fuerte y guerrera, el personaje que en los noventa interpretó Linda Hamilton. «Lo mejor de la cinta es que nos da la oportunidad de ver en nuevas circunstancias a estos personajes que tanto amamos y que ya conocemos. Es como volver a cruzarte con un amigo años más tarde», describe quitándole importancia a la tarea de salvadora del mundo que el destino y esos dragones que se cruzaron en su camino han puesto en sus manos.
Así es Clarke. Le hablas de su éxito con los hombres y su respuesta (o su escapatoria) es que ya le podían presentar a algún chico. Afirma que está soltera, apunta que sin compromiso, a pesar de los rumores que la han relacionado no solo con Harrington, sino también con James Franco (se llegó a decir que estaba prometida con el autor de Palo Alto), Cory Michael Smith (el Edward Nygma de Gotham) o Seth MacFarlane, creador de Padre de familia. Pero del único hombre del que habla abiertamente hoy por hoy es del cíborg asesino enviado del futuro para matarla en Terminator: génesis. «Hay momentos en los que me pellizco para ver si estoy soñando. Verme en medio de una película con la que he crecido, junto a gente a la que he admirado tanto como Arnold, y dando vida a un personaje tan famoso… A veces no me lo creo». También ignora los halagos, como la encuesta de la revista AskMen en la que fue elegida la mujer más deseable de 2014.
Lo que no duda en explicar y tiene muy claro es que sus metas en la vida son tres: carrera, boda y familia. ¿Y el Oscar? Le pasa lo mismo que con la fama, no es lo que busca. «Mi objetivo no es ganar premios, sino seguir trabajando dentro de 30 años. Hacer lo que amo. Encontrar personajes maravillosos como los que he interpretado hasta ahora. El resto da un poco de vergüenza, ¿no?», resume. Porque la británica asegura que es una enamorada de la interpretación desde que tenía 3 años. Lo rememora con desparpajo: «De niña no callaba. Pero mis padres me llevaron a ver Show Boat en el West End y me quedé muda durante las dos horas de la obra». Fue entonces cuando decidió que ya no quería ser princesa; iba a convertirse en actriz. No había ninguna tradición dramática en su familia. Su madre era empresaria; su padre, ingeniero de sonido. Pero ella no paraba de ver mensajes que la empujaban hacia la interpretación. Se sonroja con el recuerdo y se sorprende de esa vergüenza. «Resulta un poco embarazoso reconocer en público que uno de los primeros filmes que amé, con el que me obsesioné, fue My Fair Lady. Tenía que ser Audrey Hepburn. La vi por primera vez con 5 años y después volvía a ella sin parar. La he visto demasiadas veces como para admitirlo», añade.
Secretos de rodaje. Pero los buenos recuerdos y la alegría por lo conseguido no le sueltan la lengua. Ni para dar más detalles de la nueva de Terminator ni para ofrecer pistas sobre el futuro de Daenerys Targaryen a quienes sean demasiado vagos para leer los libros. «Yo me leo los tomos al empezar a rodar. Cuando me dan el guión de la cuarta temporada, por ejemplo, me leo el cuarto libro. No quiero ir por delante de lo que me proporcionan David Benioff y Dan Weiss [creadores de la serie], aunque es maravilloso tener a George [R. R. Martin, el novelista que ideó la saga] cerca para que te chive en momentos de necesidad, es como tener la chuleta a mano. Es un genio», comenta con afecto hacia quienes le han dado la fama.
Presionándola algo más habla de las tribulaciones que vive su personaje, que ha descubierto que «ser reina es mucho más de lo que nunca imaginó. Más grande que conquistar ejércitos y dragones». El secretismo también está presente en su casa: «Lo peor son las cenas familiares. Unos quieren saber lo que va a pasar y otros, como mi hermano, se enfadan si les cuento algo por adelantado». ¿Y los fans? «Son un encanto. ¡Me dan hasta helado gratis!».
Cuando habla de Daenerys, le sale la khaleesi que intuyeron en ella los creadores de la serie. Para la tercera prueba de rodaje esta intérprete prácticamente desconocida ya había conseguido el papel. Un trabajo para el que se inspiró en dos clásicos de la pantalla: Juana de Arco y Lawrence de Arabia. «Juana es alguien que tiene que comprender las voces que escucha. Y Daenerys tiene que aceptar ese destino superior para el que está hecha. Lawrence me dio ideas por su capacidad de conquistar desde la comprensión de una nueva cultura, pero con todas las dificultades que ese nuevo poder trae consigo», explica. ¿No hubo ninguna reina entre sus fuentes de inspiración? «Por supuesto. Cate Blanchett en Elizabeth. Pero de Cate me gusta todo lo que hace. Es como Meryl Streep, Imelda Staunton o Judi Dench: verdaderas embajadoras de lo que significa ser actriz», asegura sin ocultar su admiración.
Se nota su pasión por el medio. «En televisión, mis mayores adicciones son Homeland, una serie que devoro en dos minutos, y esa otra británica del científico Brian Cox que se titula The Wonders of Life. Son las dos que veo esté donde esté rodando». Y no para. «Gracias a Juego de tronos he recorrido medio planeta –Irlanda, Croacia, España...»–. Aunque como ella misma lamenta, «con tanto trabajo no me queda tiempo ni para dormir».
Que le guste pasar desapercibida en el día a día no significa que no tenga deseos propios de una estrella. O incluso de una princesa. Medio en serio, medio en broma, comenta que Kate Middleton le «robó» el vestido de novia de sus sueños cuando se casó con el príncipe Guillermo. «Era el que yo tenía en mente», asegura jocosa sobre el diseño de McQueen.
Le gustan mucho otros modistos, especialmente los británicos. «¿Te he dicho que soy un poco obsesa de la moda?», pregunta enfundada en el estilismo de descanso del rodaje, leggings y sudadera, pero siempre vistiendo unas gotas de Chanel en el cuerpo.


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