lunes, 17 de febrero de 2014

Cy Twombly / Nueve discursos sobre Cómodo

Cy Twombly

 

Nueve discursos 
sobre Cómodo










 

A mediados de la década de 1950, cuando trabajaba como criptógrafo del ejército estadounidense, Cy Twombly desarrolló su estilo característico de rayas, garabatos y líneas frenéticas de tipo grafiti que hacen referencia al estilo pictórico dominante del momento, el Expresionismo Abstracto, a la vez que lo subvierten. Tras trasladarse definitivamente a Roma en 1957, la libertad gestual del Expresionismo Abstracto se ve compensada y limitada por el peso de la historia. A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, Twombly realizó una serie de obras que muestran su profunda fascinación por la historia de Italia, y por la mitología y literatura clásicas.
Entre 1962 y 1963, las pinturas de Twombly y sus referentes históricos adquirieron un tono mucho más sombrío y angustiado, ya que Twombly tomó como punto de partida una serie de asesinatos históricos, un giro que quizá reflejaba el ánimo pesimista de principios de la década de 1960, cuando se vivió la crisis de los misiles en Cuba y el asesinato del Presidente John F. Kennedy. Creado en el invierno de 1963, el ciclo de pinturas Nueve discursos sobre Cómodosirve de resumen de esta etapa angustiosa y excepcional de su carrera artística. El ciclo se basa en la crueldad, locura y asesinato final del emperador romano Aurelio Cómodo (161–192 d.C.). El conflicto, la oposición y la tensión dominan la composición de las pinturas. Dos espirales de materia constituyen el núcleo central de cada pieza, que varía en estado de ánimo, desde las estructuras serenas y similares a las nubes hasta las heridas sangrantes que culminan en una exaltada apoteosis en el panel final. A pesar de la intrínseca estética de caos e inestabilidad de las pinturas, una estructura muy controlada domina su composición. El fondo gris actúa como espacio negativo que compensa los remolinos sangrientos de la pintura y las costras de impasto coagulado. Sobre este telón de fondo neutro, la línea que recorre la mitad de las pinturas sirve de marca orientativa para subdividir la composición. Muchas de las pinturas de la serie Cómodo también presentan secuencias numéricas que suelen articular las cuadrículas, gráficos y ejes geométricos que forman el esqueleto de las pinturas.

Esta serie fue expuesta por primera vez en la Galería Leo Castelli de Nueva York en marzo de 1964 y apareció ante un público americano que aún era esclavo del Pop Art y el Minimalismo. En este contexto, las pinturas esotéricas y desordenadas de la serie Cómodo de Twombly parecían estar completamente fuera de lugar y anticuadas. Eran objeto de críticas feroces que aludían principalmente a la ausencia de Twombly de la escena artística neoyorquina, insinuando su abandono de Estados Unidos y transmitiendo el mensaje subliminal, claramente chovinista, de que estas pinturas habían sido importadas de "la vieja Europa". Dado que dependen intrínsecamente de la narrativa y la secuencia, tampoco ayudó el hecho de que fueran instaladas en un orden confuso en la Galería Castelli, dejando su trayectoria completa indescifrable.

Tras esta ignominia, todos los Cómodo (no se vendió ninguno) se devolvieron a Italia, al exilio. La controversia sobre las pinturas y sus secuelas tuvieron consecuencias transcendentales tanto en la pintura como en la carrera de Twombly: disminuyó su producción durante los dos años siguientes y, tal vez, actuaran como catalizadores para el consiguiente cambio de rumbo que comenzó con la serie de Pinturas "grises". No fue hasta los veranos de los años 1977 y 1978, mientras se preparaba su retrospectiva en el Whitney Museum of American Art, cuando Twombly creó otro conjunto histórico: Cincuenta días en Iliam(Fifty Days at Iliam). Cuando se abrió la retrospectiva en el Whitney en 1979, era solo la segunda vez que se exponían las pinturas de Cómodo.

Ha hecho falta que pasaran muchos años para que quede patente el verdadero impacto de los Cómodo. Hoy en día, distanciada de las rivalidades y debates de la década de 1960, la solidez del arte pictórico de Twombly ya no está oscurecida por aquellas polémicas. Los Cómodo—vistos anteriormente como periféricos y aberrantes por sus coetáneos— parecen ocupar ahora una singular posición central en la historia de la pintura de posguerra.

Fuente: Nicholas Cullinan, "Cy Twombly", en Colección del Museo Guggenheim Bilbao, Guggenheim Bilbao Museoa, TF Editores, Bilbao/Madrid, 2009.





Como Twombly, no sin pesadumbre imagino el silencio y la soledad, me alzo en rebelión, con los dedos cortados mancho de sangre las paredes del templo de la indulgencia, devuelvo el trigo y el vino, voy y vengo, voy.

 

Hasta aquí.

 

Cese la poesía y la mentira de los artistas subvencionados a quince céntimos la letra, a tanto la rima, a cuanto la inspiración en la voz, el seco golpe del martillo, el quejido, el rasguear de una guitarra, los garabatos a real, los lamidos se recompensan con una firma.


Cese el oficio de una mano extendida y un poema retorcido en la otra, nómadas de la conjetura, ventajistas jugadores del verbo, amantes de Dante aborrecidos por políticos ansiolíticos con rostro de pez que lo mismo te ponen el laurel que te birlan la cartera, innoble oficio de ofidios voluntarios.


Con un gorro de piel de orgullo indago entre las muñecas descabezadas sobre los escombros, ruinas en la periferia, aldeas arrasadas bajo las aguas de presas rotas, un campamento de supersticiosos, un crepúsculo pintado entre los árboles, Twombly interpretando a Cómodo desde tan lejos que no hay gladiadores ni espadas que hieran la blanca piel del luchador.

La vanidad me impide pasar de largo, me paro aquí, hoy, ahora, te miro ¿qué?

Pedro Martínez
Bilbao, 31 de enero de 2013




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