miércoles, 29 de junio de 2005

La revista malagueña 'Zut' publica dos relatos inéditos en español de Salinger en su primera entrega



La revista malagueña 'Zut' publica dos relatos inéditos en español de Salinger en su primera entrega

ALEJANDRO LUQUE
CÁDIZ, 29 DE JUNIO DE 2005

Frente a los pronósticos más pesimistas, que niegan la existencia de un público potencial para las revistas de carácter cultural, no deja de asombrar que sigan apareciendo en España publicaciones periódicas, estables y de calidad, en este ámbito. La última en llegar a los quioscos y librerías es Zut, un nuevo empeño dirigido desde Málaga por el editor Carlos Font y coordinado por el escritor jerezano Juan Bonilla. Concebida con una periodicidad trimestral, Zut ha aterrizado recientemente en el panorama con un atractivo diseño de Rafamateo y un índice de contenidos exigente y de amplio alcance.
Entre los textos más llamativos de esta primera entrega, destacan Pequeña rebelión pasada la avenida Madison y Notas personales de un soldado de infantería, dos relatos del mítico escritor estadounidense J. D. Salinger inéditos en español, pertenecientes a The complete uncollected short stories of J. D. Salinger, misterioso volumen pirata muy codiciado por los buscadores de rarezas bibliográficas de Internet.
La lista de colaboradores del primer número de Zut incluye nombres como los de Juan Cobos Wilkins, Jesús Aguado, Rafa Castañer, Eva González, Boris Groys, Cristina Martín Lara, Javier Mendoza, Yolanda Morató, Lutz Petry, Ángel L. Ramírez y el propio Juan Bonilla, los cuales abordan cuestiones que van de la música a la fotografía, pasando por el cine, los viajes y las vanguardias artísticas. Según Carlos Font, la revista pretende "iniciar una conversación que espera ser prolongada, apacible, llena de momentos divertidos y emocionantes".
"Era la revista que yo quería leer", asegura el editor, a quien Bonilla animó a lanzarse definitivamente a la aventura. No obstante, Font tiene claro que "no traemos de la mano ninguna buena nueva -a no ser que todo nacimiento sea por sí mismo una buena nueva- ni venimos a llenar ningún vacío, a no ser que el mero hecho de estar presente sea ocupar un vacío previo. Tampoco pretendemos hacer ninguna declaración de guerra, ni nos dirige otro afán que no sea el de ofrecer un escaparate donde el lector pueda asomarse para obtener unas cuantas impresiones sobre asuntos de muy diversa índole cultural", explica. O dicho en otras palabras, "vivimos en un momento en que cualquier acción de índole cultural está bajo sospecha de una determinada posición política. Zut no pretende posicionarse a favor de nada ni de nadie", añade.
Por el momento, la revista ve garantizada su continuidad, como mínimo a lo largo del presente año, y ya calienta motores para su segunda entrega, que incluirá un texto de José María Conget sobre París, así como colaboraciones sobre arquitectura, música y cómic, entre otros contenidos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 29 de junio de 2005


DE OTROS MUNDOS
La venganza de Peggy Salinger
El guardián entre el centeno sigue cautivando después de cincuenta años
La biografía de Salinger escrita por su hija retrata a un iluminado entregado a sí mismo
Rodrigo Fresán / Para Jerome, con amor y sordidez
Benjamín Prado / Adoptados
La revista malagueña Zut publica dos relatos inéditos de Salinger
Salinger / Thomas Pynchon / Cormac McCarthy / El talento de la evasión
El atronador silencio de Salinger
Salinger demanda al continuador de su novela
El juez da la razón a Salinger en su denuncia por plagio
Salinger / La intimidad como arte
Salinger / El aire del New Yorker
Salinger / El miedo a hacerse adulto
Salinger / Adiós al gran enigma de las letras estadounidenses
Charlie Chaplin le quitó la chica a Salinger
El cine cuenta la vida de Salinger
David Trueba / Sin salinger
Salinger / La ternura entre el centeno
Dulce y desconocido señor Salinger
El paulatino viraje al negro de Salinger
Enrique Vila-Matas / Salinger y los nuevos tiempos
Así comienza / El guardián entre el centeno
Kenneth Slawenski / Salinger podía ser intratable
Salinger / Nueve cartas
Salinger / Las zonas oscuras
Salinger / Escribir para sí mismo
Cinco volúmenes inéditos de Salinger verán la luz a partir de 2015
Elsa Fernández-Santos / Lo nunca visto en Salinger
Eduardo Lago / Asedio a la fortaleza de Salinger
Salinger / Bioficción
Tres cuentos inéditos de Salinger, filtrados en internet
A los cuatro años de la muerte de Salinger / Este muerto está muy harto
Salinger / Todos los agujeros negros
Salinger / Si quieres que te busquen, escóndete
Ni Guerra y paz ni Cincuenta sobras de Gray / Los libros más influyentes según Facebook
One-hit wonder / Embrión de un catálogo de casos literarios
Secretos de los libros únicos de un autor / Treinta eclipses memorables
Salinger / ¿Cuándo demonios vas a crecer de una vez?
Autor de culto / Un secreto de dioses
Salinger / Cómo se engendra un monstruo
Salinger por Salinger
Salinger y otros nueve desconocidos
Oona y Salinger / Dos atractivos personajes
Frédérick Beigdeber / El escritor que odia a los viejos
Salinger / Un joven enamorado






domingo, 26 de junio de 2005

Daniel Moyano / Artista de variedades

Daniel Moyano

Daniel Moyano
ARTISTA DE VARIEDADES


Daniel Moyano murió el 11 de junio de 1992, en España, donde permaneció exiliado desde que escapara de la dictadura militar en el mes de mayo de 1976. Mientras algunas antologías revalorizan su obra, también se dio a conocer su novela Dónde estás con tus ojos celestes, nunca publicada antes. En esta entrevista inédita (extractos, en rigor, de una extensa conversación entre agosto de 1987 y noviembre de 1988), Moyano repasa su infancia, su relación con la literatura, la música, su detención y el exilio.


Andrew Graham-Yooll

26 de junio de 2005


Con Daniel Moyano alguna vez tratamos de calcular cuántos kilómetros había entre su casa en La Rioja y el “piso” en la Ronda de Segovia, de Madrid. El cálculo estaba dirigido a saber dónde nos había llevado la vida, pero se hallaba condenado al fracaso porque la cifra no nos interesaba. Había armado la casa del exilio madrileño con su mujer, Irma Capellino, y con los dos hijos del matrimonio. De los encuentros familiares, en Madrid y, también en Londres, queda el recuerdo de su humor y de la calidez en su cara algo cansada. (“Dale, inglés, decilo, cara de indio. Es así. Mi padre era medio indio”, reía Moyano.) Lo extraño mucho, ahora como en aquel primero de julio hace trece años en que su hijo avisó que Daniel había muerto. Me habla todavía, en dos cintas, dos extendidas charlas (53 hojas en la desgrabación) que sostuvimos en agosto de 1987 y en noviembre de 1988. Sus palabras reflejan erudición, su amplia lectura, su obra y su angustia.

jueves, 23 de junio de 2005

Jesús Pardo / Un descarnado retrato de la posguerra franquista


Bajas esferas, altos fondos · Pardo, Jesús: Funambulista ...


Jesús Pardo traza un descarnado retrato de la posguerra franquista


El autor sitúa 'Bajas esferas, altos fondos' en Londres y Madrid


Andrea Aguilar
Madrid, 23 de junio de 2005


El Chicote, donde presentó su libro a la prensa Jesús Pardo, "no era un bar corriente, era un putódromo total". Ayer por la mañana lucía como una animada cafetería de la Gran Vía madrileña. Ante una de sus mesas el periodista y traductor aseguraba que, como en el caso de este establecimiento, el tiempo no ha pasado en balde y poco queda de la España franquista en la que sitúa su última novela: "Sólo queda resentimiento entre la gente que añora el régimen".


Sin embargo, Pardo no duda del valor testimonial de aquel tiempo. "Es muy importante que los viejos contemos lo que hemos visto en España. Aquélla fue una época, no hace falta exagerar, dura. Las cosas no funcionaban y el clasismo lo envenenaba todo. Había una estúpida obsesión por no ofender una supuesta superioridad, aquello de no sabe usted con quién está hablando. En la novela hago un retrato de gentes cuya mente funcionaba por parámetros extraterrestres". Bajas esferas, altos fondos gira, en pleno apogeo del franquismo, en torno a tres escenarios: la Embajada de España en Londres, la redacción "inventada" de un diario madrileño y una villa inglesa "inventada también" -según puntualizó el autor, corresponsal durante 20 años del Diario Madrid en la capital inglesa-. "El libro no tienen ningún retrato individual, es un retrato de ambiente. Invento personajes a los que achaco cosas que he visto".

Amores, crímenes, intrigas y abusos se suceden en los subargumentos de la novela "que se juntan, aunque al final, como en la vida, no se resuelve nada". El autor reconoce que la lascivia y avaricia que asoman entre los personajes no son únicas de aquel tiempo: "Lo que ha cambiado es la forma de verlo y de administrarlo". Dice Pardo que ha situado su historia en el espacio que omitió Cela en La colmena. "Aquella novela trataba de gente madrileña, no incluía a diplomáticos, ni periodistas. Cela se los comió porque no encajaban en la estructura de su historia. Yo he intentado complementarlo con lo que he vivido".

De aquel tiempo, Pardo recuerda "la animada vida nocturna de Madrid". El ambiente diplomático lo describe como "endogámico", y no duda del desprecio que los funcionarios españoles despertaban en el extranjero. "Todos provenían de un mismo origen social y su nivel intelectual era muy, muy bajo. Los gobernantes británicos sabían que hablaban con los limpiabotas de un dictador. Se les despreciaba políticamente porque se sabía perfectamente qué número calzaban".

La nueva novela supone otra vuelta de tuerca sobre la experiencia vital del autor de la cruda autobiografía Autorretrato sin retoques. "Este libro es un ajuste de cuentas conmigo mismo. Yo fui un franquista convencido hasta los 25 años, era un auténtico Blas Piñar en pequeño que creía que Franco era un salvador, hasta que conocí la democracia inglesa".

Firme defensor del ejercicio de la memoria sincera, Pardo reivindica la valía de hablar de la posguerra. "El retrato de aquella época implica mojarse un poco, y aquí hay un miedo cerval a contar la verdad". Un miedo cuyas raíces sitúa en la Inquisición. "Es la idea de que la verdad sólo es para Dios. Casi no hay grandes memorialistas católicos. Yo en mis memorias sí conté la verdad".

* Este artículo apareció en la edición impresa del jueves, 23 de junio de 2005.

sábado, 18 de junio de 2005

Haruki Murakami / Tokio blues / Todo lo que necesitas es dolor




Todo lo que necesitas es dolor


Algún octubre -si queda algo de justicia en este mundo- nos llegará la buena nueva de que le han dado el Nobel.


Rodrigo Fresán
18 de junio de 2005

Una canción de los Beatles devuelve al protagonista de Tokio blues a sus amores de juventud. La novela más realista de Haruki Murakami convirtió al escritor japonés en un fenómeno de masas en 1987.

"La obra es memoria", explicó alguna vez Tennessee Williams. Y pocas veces la observación resulta tan certera como en esta fascinante, magistral y eufóricamente triste novela de Haruki Murakami. Un libro cuyo verdadero tema -más allá de los amores cruzados, el sexo en línea recta, las perturbaciones del corazón y del cerebro, o ese hobby tan japonés: el suicidio como una de las bellas artes- es el de la agónica mecánica de los recuerdos.

Haruki Murakami / El guardian entre los árboles como fenómeno


Haruki Murakami

Haruki Murakami

El guardián entre los árboles 

como fenómeno

Rodrigo Fresán
18 de junio de 2005

EN Haruki Murakami and the Music of Words (Harvill, 2002), el especialista y traductor al inglés Jay Rubin describe los efectos casi radiactivos que provocó, en el Japón de 1987, la publicación de Tokio blues. Algo muy parecido a lo que sucedió -y continúa sucediendo- en Estados Unidos con El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger: el libro como sagrada escritura. A saber: cuatro millones de ejemplares vendidos -tres y medio de ellos durante el primer año- convirtieron al hasta entonces cult Murakami en un fenómeno de masas. Los estudios concluyeron que los lectores abarcaban tanto a chicas adolescentes como mujeres de sesenta años y hombres de cuarenta. A unos los acompañaba en su juventud, a otros se las recordaba como si se tratara de una virtual máquina del tiempo, y todos declaraban que la novela les "producía una irrefrenable necesidad de hacer el amor". Presentado en dos pequeños volúmenes -uno rojo y otro verde- inspiró a sus fans, conocidos como "La Tribu Noruega", a vestirse de uno u otro color para así "comunicar" a sus "hermanos" en qué parte del libro estaban. Se pusieron de moda los pósters de bosques. Se lanzaron un vino, chocolates y un té: todos llamados Madera Noruega. Una versión muzak de la canción beatle ascendió al primer puesto. Mientras tanto, claro, los primeros seguidores de Murakami -los que añoraban en este libro las atmósferas alucinógenas de sus inicios- lo acusaban de haber sucumbido a la tentación de una sencilla love-story. Murakami, por su parte, se negó a aparecer en comerciales, rechazó ofertas para el cine, se cansó de ser perseguido por lolitas convencidas de que él era Toru, y huyó al autoexilio (no volvería a Tokio hasta el terremoto de Kobe y los atentados con gas sarín) para, lejos, escribir Dance Dance Dance: secuela de La caza del carnero salvaje. Otra novela -como Al sur... y Kafka...- con canción en su título y retorno a sus tramas más extremas y metafísicas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de junio de 2005


Isaac Bashevis Singer / Con Dios y contra la religión




Isaac Bashevis Singer
BIOGRAFÍA

Con Dios y contra la religión

José María Guelbenzu
18 de junio de 2005

Llega una reedición corregida del libro en el cual Singer narró las tribulaciones de un judío del siglo XVII que se enamora de la hija del hombre al que es vendido como esclavo.

En nuestro tiempo ya no se ven, más que raramente, novelas como ésta. De hecho, procede de 1962. Isaac Bashevis Singer (Radzymin, Polonia, 1904- Miami, Estados Unidos, 1991) es un gran novelista tradicional ocupado principalmente en la creación de mundos complejos y extensos, de personajes de poderosa presencia, de verdaderos conflictos dramáticos. Esta vez nos lleva hasta Polonia en el siglo XVII, pero que nadie espere una intriga seudohistórica al uso porque lo que aquí se cuece es un drama humano que, bajando hasta las raíces de la vida, trata del sentido de la vida, y de la ubicación del sentido en el espíritu de un hombre, dentro de una vigorosa historia de amor. En esa Polonia, Jacob, tras una matanza de judíos de la que escapa milagrosamente, es apresado por bandoleros polacos y vendido como esclavo. Como esclavo vive y trabaja en una aldea remota y miserable, entre campesinos bestiales apenas sin cristianizar y donde es visto poco menos que como un demonio ajeno a la tribu. Allí se enamora de la hija de su amo, Wanda, y ella de él: un amor imposible rodeado de enemigos: al principio, por el entorno de la aldea medio pagana, medio salvaje; más tarde, por el entorno religioso al que él pertenece.





EL ESCLAVO

Isaac Bashevis Singer
Traducción de Ana María de la Fuente
Ediciones B. Barcelona, 2005
272 páginas. 16,50 euros

Cuatro son los asuntos de los que se ocupa Singer en su libro. El primero es el de la relación de Jacob -y, por extensión, de todo creyente- con su Dios. La pregunta central de esa relación es por qué permite Dios el Mal. Jacob es un hombre bueno, respetuoso con las leyes divinas, al que el sufrimiento golpea sin cesar. No le importa tanto el suyo, pues está habituado a él, como el de los demás y, en especial, el de los niños y los indefensos. Sin embargo, como hombre culto necesita entenderlo. Interroga a un Dios sordo y mudo, pero la desesperación no le apea de su fe sino que le obliga a buscar el modo de sobrevivir sin ceder a la tentación de renegar de Él. Sin embargo, no entiende, carece de respuesta, sólo la fe en Dios lo mantiene en el camino recto.
Jacob es un hombre culto y sensible y su vida de esclavo le hiere profundamente, pero es esclavo tanto de los campesinos bestiales como del aristócrata polaco (de éste, no en sentido estricto sino en su condición inferior de judío). Aún más: su amor por Wanda -un amor pagano por una gentil, lo que le atormenta- también lo ata cuando deja de resistirse. "Los judíos le habían rescatado, pero él seguía siendo esclavo. La pasión lo atenazaba como un dogal". El sufrimiento que todo ello le produce es el segundo asunto del libro; es un sufrimiento extendido, pues siente verdadera compasión por todos los que sufren y odia el mal que lo origina; un mal que está en los hombres, tanto en los salvajes de la aldea como en los judíos de la ciudad, muchos de los cuales "levantaban altas torres de legalismos mientras infringían los Mandamientos de Dios". Su paso del Mal bestial al Mal civilizado, fariseo e hipócrita, le decepciona hondamente. ¿Para qué han servido las horribles matanzas si apenas repuestos del desastre la maldad se reinstala de nuevo entre ellos?


Singer es fiel a su Dios, pero vapulea a su religión. En un principio, para Jacob la religión es, sencillamente, lo que ordena el mundo y la vida dentro de él. La compleja red de normas a las que debe atenerse resultan ser ataduras y recortes de libertad, pero en un mundo terrible son también una guía de vida. En toda la novela está presente el ritual religioso como una cadena que el judío arrastra y una Norma que rige la vida de cada uno, a la que se consulta todo cuanto afecta a los hombres y sus relaciones; una Norma exigente, escrupulosa, tiránica. La libertad no cabe en ella y la libertad es lo que Jacob ansía pero, además, esa Norma condena a Wanda, gentil, pagana; condena su gran amor, un amor para el que ha debido vencer tanto grandes peligros como escrúpulos de conciencia que la religión y la sociedad religiosa le imponen con extrema severidad, pues es un amor socialmente clandestino, tan clandestino como sus propias dudas.



El amor, pues, es el tercer asunto, perfectamente integrado en los otros tres porque la estructura de la novela es soberbia. El cuarto sería el tema de la libertad. ¿Cómo ser libre sin desobedecer a Dios? Durante la primera parte del libro, Jacob vive entre la barbarie como esclavo; en la segunda vive en el orden ritual atrapado por ese orden. Siempre, de un modo u otro, existe una amenaza terrible: ser visto culpable y ejecutado o condenado; por eso se esconde en las montañas, lejos de los bárbaros; o en el fingimiento de la mudez de su mujer, entre los suyos. Y entonces, sobre los cuatro asuntos, emerge la fuerza formidable del amor y la supervivencia. La novela es un estudio admirable, emotivo y testimonial de la lucha del hombre por sobrevivir con arreglo a su conciencia de dignidad y a su fe. "Mucho había perdido Jacob, pero todavía quedaban los libros sagrados donde buscar consuelo. Hacía tiempo que se había resignado a la pérdida de los bienes de este mundo y del venidero, y servía a Dios sin esperanza, preparado en todo momento para el fuego de la Gehena".
Es curioso ver cómo un hombre que está siendo probado como lo fuera Job por un Dios sordo y mudo se aferra a sus creencias para no caer en el caos. Ésta es una lucha primordial del hombre, cualquiera que sea su religión, y es una lucha simbólica y real a un tiempo pues representa ese principio que está al inicio de los tiempos: la lucha entre el bien y el mal.
El difícil y apasionado amor
entre Jacob y Wanda, llamada Sara entre los judíos, tendrá su fruto, pero Singer, al situar la acción en el siglo XVII, ya nos avisa a nosotros, habitantes del XXI, que ningún fruto es permanente y que el bien y el mal continúan luchando entre sí, que la libertad quizá no sea más que libertad para elegir entre diversas ataduras y que el amor es el único sentimiento aún más poderoso que el bien y que el mal. Ni que decir tiene que la enorme sabiduría narrativa de Isaac Bashevis Singer toma cautivo -que no esclavo- al lector y no lo suelta hasta el final. Esta hermosísima novela comienza con una larga mirada: "Un halcón planeaba tranquilamente, con extraña lentitud, ajeno a las ansiedades terrenas. A Jacob le pareció que aquella ave llevaba volando ininterrumpidamente desde la Creación".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de junio de 2005


miércoles, 8 de junio de 2005

William Klein / "El verdadero fotógrafo tiene ojo, cerebro e intención"


Foto de William Klein



WILLIAM KLEIN 

"El verdadero fotógrafo tiene ojo, cerebro e intención"

ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS
Madrid 8 JUN 2005

Pintor y cineasta, William Klein (Nueva York, 1928) revolucionó la historia de la fotografía. Su libro Nueva York (1956) marcó un punto sin retorno. Se enfrentó a la tradición de Cartier Bresson ("matar al padre", resume él) con su fotografía expresionista, callejera y desmitificadora. Desde entonces ha trabajado por rachas. PHotoEspaña 2005, que hoy le rinde un homenaje, dedica una retrospectiva a su cine y una exposición antológica a su trayectoria.
Alto y altivo, Klein asegura que nunca lleva una cámara con él. Sólo cuando trabaja. Su ojo, sin embargo, no para. Repara en todo. Dice lo que no le gusta con aire despótico y tiene un humor socarrón que cohíbe a sus interlocutores. Pasa una chica y la mira con descaro. Pasa otra y, suavizando su voz grave, confiesa: "Vaya, hay muchas mujeres guapas en Madrid". Duro de oído, se acerca para escuchar las preguntas. En la conversación intercala alguna palabra en yiddish.Lo hace al describir a su padre, un judío comerciante que acabó vendiendo seguros. "Se parecía mucho a ese hombre, el de aquella foto", señala. "Son rostros que ya no quedan". Klein sonríe, y el fiero león se calma.

"Una buena fotografía debe tener un punto de vista. El fotógrafo debe mostrar un mundo, una cultura"
"Los más críticos con EE UU son americanos: Michael Moore, Noam Chomsky, Gore Vidal..."

Pregunta. Usted ha dicho que hace fotos de gente a la que no se atrevería a mirar a los ojos.
Respuesta. Es cierto. Pero lo más hermoso y singular en las personas es la mirada. Lo que pasa es que en Nueva York la gente no mira a los ojos. Eso te puede causar problemas. Cuando era niño y paseaba por un barrio que no era el mío, y eso era como viajar a un país extranjero, la gente se molestaba si los mirabas. Encontré varias formas de lidiar con eso. Una fue el tabaco. Pedía fuego y así distraía su atención. Otra era hacerme el tonto. Eso siempre funciona, evitas peleas.
P. ¿Por qué dejó de hacer fotografías?
R. He trabajado por rachas. He hecho lo que tenía que hacer, pero no he sido muy constante. Nueva York fue un libro autobiográfico. Muy impulsivo. Era mi manera de utilizar la fotografía para hablar de lo que siempre quise hablar. Se decían tantas tonterías sobre Nueva York. Es una ciudad trágica y yo quería mostrar mi rabia. Es una ciudad incómoda, sucia. ¡La Gran Manzana! ¡Tonterías!
P. ¿No siente empatía por las personas que fotografía?
R. La gente me hace reír. Yo llevaba mucho tiempo viviendo en París y cuando fui a Nueva York, les miraba de otra manera.
P. ¿Se puede afirmar que la calle ya no le interesa tanto?
R. Hay ciudades que no cambian. Nueva York no cambia. Madrid no cambia. París y Barcelona han cambiado. Tantos barrios enteros nuevos...
P. Y después de tantos años viviendo en París, ¿es más francés que americano?
R. No. Yo soy muy americano.
P. Leí en una entrevista que usted sugería al gobierno francés que invadiera Estados Unidos.
R. ¿Lo leyó en ese librito tan curioso sobre mi?
P. Sí. Lo llevo aquí.
R. Déjeme verlo. [Klein lo abre, estampa su firma sin preguntar en la primera página y lo devuelve con una carcajada]. Bueno yo creo que América es más peligrosa que Corea del Norte. América sí que tiene armas de destrucción masiva. Así que deberían lanzar un ataque preventivo contra ellos. Mire, las personas más críticas que conozco con América son americanas. Cien por cien americanos, como Michael Moore, Noam Chomsky o Gore Vidal. No conozco a nadie más crítico ni más americano que Gore Vidal.
P. Susan Sontag escribió en su libro Sobre fotografía que el fotógrafo es de alguna manera un ladrón de almas.
R. Eso no se lo inventó Susan Sontag. Recuerdo que en Marruecos me bajé en un mercado a hacer fotos. Empezaron a tirarme piedras. El fotógrafo les roba el alma, allí es una vieja creencia. En mi película ¿Quién es usted, Polly Magoo? hay una entrevista con una modelo. Ella dice que cada vez que le hacen fotos roban una parte de ella. Hay algo de cierto en esto. Pero en América es todo lo contrario. Ya sabe la famosa frase de Andy Warhol: "¡Todo vale por un segundo de celebridad!". Yo también entrego algo de mí cuando hago una fotografía. Susan Sontag era una mujer brillante pero sus teorías sobre fotografía no son interesantes.
P. ¿Y qué teorías le interesan?
R. Me gusta lo que escribe Del Pierre, un editor francés que fue director del Centro Nacional de Fotografía. Y Martín Parr, es muy bueno. Roland Barthes escribió en La cámara lúcida: nota sobre la fotografía sobre dos fotografías mías. Una es de Moscú, hay ocho personas. Son ocho personajes en busca de una fotografía, como Pirandello. La interpretación de una fotografía no es fácil. Escribí una larga respuesta a Barthes porque él mantiene la teoría del puntum, de que hay un centro, un punto de atención en cada fotografía. Yo creo que él ve sus obsesiones en las fotografías. Y eso no tiene nada que ver con la intención del fotógrafo. Pero él al menos ve cosas en las fotografías. Y eso es mucho. La gente normalmente no ve nada.
P. Pero, ¿qué debe tener una buena fotografía?
R. Un punto de vista. Ese muro de ahí [Klein señala a una pared blanca], con esa chica reclinada, a lo mejor le interesa a su novio pero nada más. El fotógrafo debe mostrar un mundo, una cultura. El fotógrafo es ojo, cerebro e intención. Martin Parr ha hecho una serie sobre algo tan obvio como encontrar sitio para dejar el coche y ha logrado contar algo sobre nuestro mundo. Todos vemos cosas pero el fotógrafo debe reparar en lo que significan y así obligar a mirarlas de otra manera. Todo se fotografía millones de veces...
P. Todo el mundo hace fotos.
R. Sí. Fotografío, luego existo. Es una locura. Antes era casi un servicio público. Hoy es muy banal.
P. ¿Por qué le gusta tanto fotografiar manifestaciones?
R. Es que en las manifestaciones la gente está más disponible. No les importa que les vean. Además, son grupos en movimiento. En ésa, por ejemplo [señala una imagen de la serie Nueva York], toda esa gente mira a diferentes lugares. Todos menos uno. Ese de ahí me ha visto y por eso mira a todas los demás. Es como un happening. Todo funciona porque nadie se mira. Cada uno a lo suyo. Menos uno, que me descubre. Forma parte de la composición.
P. En esta exposición hay una serie de fotografías inéditas que tomó usted en Madrid en los años cincuenta.
R. Yo estaba trabajando para una película, Alejandro Magno, en unos estudios de Madrid. Me llevaron a los toros un fin de semana que tenía libre y me llevé la cámara conmigo. No recuerdo mucho más, ha pasado mucho tiempo... Pero no me pregunte más y dígame, ¿cuál prefiere? ¿Cuál diría que es más Madrid?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de junio de 2005